Protector

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Al oír los golpes en la puerta sabían que no había escapatoria.

Al menos no por el método pacifista.

Pero vamos, hablamos de un asesino serial un tanto chiflado.

La paz nunca fue una opción.

Alastor abrió rápidamente la puerta dejando entrar a un guardia y dejando afuera a los demás.

Se le abalanzó, forcejeando con el, mientras los demás hombres afuera intentaban abrir la puerta llena de cerrojos.

Un par de disparos salieron al aire por parte del asustado guardia.

Tony se tiró al suelo sin chistar. Había pasado muchas balaceras en su juventud.

Alastor logró quitarle el arma y, en un abrir y cerrar de ojos, acabó con la vida del uniformado.

Ahora que estaba armado si que era peligroso.

—¿Al?— preguntó Tony aterrado

—Quédate aquí a salvo— respondió este sin voltearlo a ver —Si queremos escapar deberemos pelear por ello— finalizó y cargó el arma.

Abrió la puerta y disparó a diestra y siniestra contra todo aquel que se moviese.

Guardias, enfermeras, doctores, médicos, pacientes, internos y cualquier persona que estuviera ahí en ese momento, murió.

A medida que los elementos de seguridad caían, Alastor recibía más municiones.

Los pocos que lograron escapar encendieron la alerta.

Las luces se apagaron a excepción de un pequeño faro de color rojo, la bocina, en vez de que comunicara algún mensaje, emitía un sonido ensordecedor como el de una ambulancia; las puertas se cerraron y se escuchaban pasos de varias personas que corrían con velocidad hacia donde estaban ellos.

Anthony estaba hecho bolita debajo de la mesa casi llorando —Todo va a estar bien, todo va a estar bien, todo va a estar bien...— se repetía como autoconsuelo.

No pensó volver a escuchar disparos otra vez.

Por su parte Alastor se divertía.

La adrenalina, la emoción, la sensación de poder y dominio le daban placer a su alma.

Bala tras bala, la gente caía al suelo.

Se bañaba con la sangre de aquellos quienes lo cuidaron alguna vez.

Sonreía de oreja a oreja, reía sin control.

Quizás no se arrepentía tanto de su pasado.

Afortunada o lamentablemente, aumentar la seguridad fue eficaz.

Anthony se levantó de donde estaba y corrió hacia Alastor tratando de detenerlo.

—¡Al! ¡Ya fue suficiente!— gritó poniéndose frente a él, con el arma apuntándole —Ya podemos irnos de aquí—

Confiaba plenamente en él, aún después de todo lo que sucedió.

Dejó de sonreír, tiró el arma al suelo y abrazo a su doctor —Vamonos—

Cuando Alastor se dio la media vuelta para recoger el rifle, la seguridad llegó.

Al menos 10 policías más.

No sé había percatado, pero Anthony si

—¡Alastor!— gritó corriendo

Y sintió una punzada en el corazón.

PACIENTE ZERO [RadioDust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora