━ Capítulo 24

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|Ya nada importa|

𝙲𝙰𝚂𝚂𝙸𝙴

Me levanté temprano, como Dylan dijo el día anterior, y me preparé para salir de casa a las 8:00. No desayuné, tenía el estómago cerrado. Tampoco había podido dormir, me pasé la noche en vela pensando una y otra vez, recordando... Dándome cuenta de que había perdido todo lo que realmente me importaba, y que probablemente, no volvería a recuperarlo.

   Me aseé en el baño y no me molesté en disimular la horrible cara que llevaba esa mañana, las ojeras de mis ojos eran notables y estaba más pálida de lo normal. Me vestí con una camiseta holgada y unos tejanos estrechos, me recogí el pelo de manera irregular y lavé mis dientes lentamente. Dylan me pidió que avisara a nuestros padres de que iría a Seattle ese mismo día, pero no lo hice, no tenía fuerzas para hacerlo. Sentía que todavía no podía aceptar que debía irme.

   —¿Estás lista? —preguntó Dylan pasando por al lado de la puerta del baño.

   —Sí... —susurré impasible.

   —Salimos en 10 minutos.

   Cerré los ojos en cuanto dijo esa frase y se alejó por el pasillo. Acabé de prepararme y agarré la maleta dejando la habitación exactamente igual que cuando llegué. Caminé hacia el salón y comprobé que no me dejaba nada. Mi vista se detuvo en la guitarra de Thomas, todavía seguía allí. Miles de recuerdos me torturaron, como lo habían estado haciendo desde que el rubio me pidió que lo olvidase. Sacudí la cabeza levemente y me dirigí a la entrada.

   —Vamos —dijo Dylan agarrando mi equipaje.

   Lo seguí y bajamos en el ascensor. Fuimos hacia el coche de Dylan y me subí en el asiento del copiloto. El chico arrancó el vehículo y empezó a conducir hacia la estación. Miré por la ventana, hacía horas que el sol había salido, y el aire que se respiraba fuera era de lo más refrescante y mañanero.

   Después de 20 minutos, ya estábamos en el aparcamiento de la estación. Me puse de nuevo mi mochila y Dylan agarró la maleta grande. Caminamos para adentrarnos en el amplio espacio, entre toda la gente y el molesto bullicio.

   Todavía quedaba bastante para bajar hacia el andén, así que Dylan decidió sentarse en uno de los bancos que había entre las largas filas de tiendas y las distintas cafeterías. Dejé el equipaje a un lado y me acerqué al enorme cartel con luces donde ponía los horarios de cada tren, el mío salía en 40 minutos.

   —¡Cassie!

   Giré la cabeza hacia mi izquierda y sonreí cuando vi a Debby caminar hacia mí a paso rápido. La chica se detuvo a mi lado y me abrazó con fuerza antes de decir nada más.

   —Siento irme tan repentinamente —me disculpé cuando nos separamos. La noche anterior, le conté a Debby todo lo que había pasado. Ella entendía que debía irme, pero a ninguna de las dos nos hacía demasiada ilusión.

   —No te preocupes, seguiremos en contacto —contestó con una sonrisa algo triste—. ¿Cómo estás?

   —Mal, no voy a engañarte —solté con una risa floja.

   —Y..., ¿has hablado con...?

   —No —dije rápidamente—. No he vuelto a hablar con Thomas desde ayer por la tarde.

   —¿Sabes algo de él?

   —No —negué de nuevo—. Pero así lo ha querido. Al parecer, le ha resultado de lo más fácil olvidarse de mí.

𝐍𝐎𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 ➢ Thomas Brodie-SangsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora