━ Capítulo 18

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|La noria|

𝙲𝙰𝚂𝚂𝙸𝙴

Estuvimos un buen rato patinando y yo me caí cinco veces más. Thomas se reía de mi tozudez y, a pesar de decirle mil veces que no necesitaba su ayuda, siempre estuvo a mi lado intentando que no me volviera a caer.

   Devolvimos los patines; él con una sonrisa, yo con una mueca de dolor.

   —Me duele el culo —me quejé cansada.

   —Ha sido divertido —dijo Thomas.

   —Para ti —dije matándolo con la mirada.

   —Intenté ayudarte —se excusó. Me callé al ver que tenía razón.

   Salimos del puesto de los patines y fijé la vista en el salón recreativo que había a nuestra derecha. La tentación de ir hacia él, pudo conmigo.

   —Vamos —dije caminando hacia el gran espacio lleno de máquinas recreativas y luces de neón.

   Seguía sin haber mucha gente, lo que lo hizo más cómodo. Thomas se acercó a una de las máquinas que intercambiaban billetes por monedas para todos los juegos, yo elegí el primero con el que empezamos.

   —¡Oh! ¡Ese! —exclamé señalando una de las máquinas.

   Caminé hacia ella y me senté en uno de los asientos, había dos, cada uno con un volante de coche justo en frente. Era un juego de carreras, supuse que no sería muy difícil.

   —¿Has jugado alguna vez? —preguntó Thomas metiendo unas monedas en la ranura que había en medio.

   —Un par —dije con indiferencia.

   Estuvimos jugando unos 20 minutos, aproximadamente. Y en esos 20 minutos, me dio tiempo a ganarle tres veces seguidas.

   —¡TOMA! —celebré mientras me levantaba eufórica.

   —No me gusta este juego —dijo Thomas derrumbándose contra el respaldo de su asiento.

   —No te gusta porque siempre te gano —dije orgullosa.

   —¿Qué más da el motivo? —dijo levantándose—. No me gusta y ya está.

   —Vale... —susurré mirando la hora que tenía en mi móvil. Ya eran las siete de la tarde—. Vamos a hacer otra cosa.

   —Se me ocurre algo —dijo Thomas con una sonrisa.

   —No, no, no, no… —negué repetidas veces mientras nos acercábamos a una de las atracciones del parque.

   —Cass...

   —No, lo siento, pero no —dije deteniéndome en seco.

   —Vamos, esto será... como un paseo, un pequeño paseo. No da vueltas como una maldita peonza, ni se sacude como las demás.

   —Pero sigue estando a mucha altura —repliqué.

   —Lo sé, lo sé —dijo asintiendo con la cabeza—. Pero te va a gustar, hazme caso. ¿No querías aprovechar ahora que no estabas en tu casa para hacer cosas nuevas?

   —Sí, pero...

   —Esto hará que te sientas más viva que nunca —dijo extendiéndome la mano—. Confía en mí.

   Me paré a pensar en todas sus palabras. En el fondo, tenía razón. Y confiaba en él… Realmente, siempre lo había hecho. Suspiré rendida y le di la mano empezando a caminar hacia la muerte segura, o como otros lo llaman, la noria.

𝐍𝐎𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 ➢ Thomas Brodie-SangsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora