━ Capítulo 14

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|Melodía desencantada|

𝙲𝙰𝚂𝚂𝙸𝙴

Thomas y yo seguimos comiendo las siguientes dos horas. Todo estuvo delicioso, y acabamos llenos. Me sentía a gusto y fue una comida agradable. Sin duda alguna, de los mejores restaurantes a los que había ido. Me preguntaba por qué estaba tan vacío si todo era tan bueno.

   —Todavía no me creo que no me hayas dejado pedir el vino —dijo Thomas recostándose en el respaldo de la silla.

   —Luego tienes que conducir —dije poniendo los ojos en blanco—. Y además, quedamos en que pagaría la comida, no un capricho tuyo de 2.000 pavos.

   —Me apetece un cigarrillo —dijo levantándose—. Ven.

   Le hice caso y caminamos juntos hacia la puerta trasera del restaurante. Salimos a la terraza, donde había algunas mesas y sillas apelotonadas. Nos apoyamos en la valla blanca que rodeaba el patio y miramos al horizonte, donde los campos verdes que había se juntaban con el sol escondiéndose y el cielo anaranjado.

   Thomas encendió un cigarrillo, como dijo. Y miró junto a mí el paisaje mientras inspiraba hondo.

   —Es precioso —dije observando el atardecer, todavía faltaba para que el sol acabara de esconderse, pero aun así me agradaba ver cómo empezaba a caer poco a poco para traer la noche con su marcha.

   —Lo es —asintió Thomas con el ceño ligeramente fruncido.

   —¿Desde cuándo los conoces? —pregunté señalando con el pulgar el establecimiento.

   —Eran amigos de mi madre. —Cada vez que Thomas mencionaba a esa mujer, la curiosidad por saber qué le pasó se hacía presente—. Siempre vine aquí con ella, hasta que no pudo traerme más, claro. No volví en un tiempo por ella... Luego empecé a coger la moto, aquella de la que te hablé, los fines de semana para escapar un rato de mi padre y de la rutina que me mataba cada mísero día más y más. Me ponía los auriculares, escuchaba mi música y cerraba los ojos relajado... Justo donde tú estás ahora. Y me quedaba aquí durante horas hasta que se hacía de noche. Por eso me conocen desde hace tanto tiempo.

   —Son muy simpáticos —dije con una sonrisa—, un poco raritos, pero con buenas intenciones. Aunque Klaus me da un poco de miedo, no ha dicho ni una palabra desde que llegamos.

   —Es mudo.

   —¿En serio? —dije sorprendida.

   —Dicen que mató a una serpiente con la boca y que el ácido del veneno le desintegró la lengua —dijo con algo de picardía en los ojos. Pensé que me estaba tomando el pelo, pero de alguna forma, no me extrañó que Klaus lo hubiera hecho—. Eso o solo es tímido.

   Solté una risa por su comentario y mi reacción le hizo sonreír con el cigarrillo entre los labios, nuestros ojos se cruzaron por unos segundos antes de volver a mirar al horizonte.

   —Parece intimidante, pero es un trozo de pan —dijo encogiéndose de hombros—. Pero ni Hazel ni Frank lo han escuchado hablar jamás, así que lo más probable es que mi primera teoría sea cierta.

   —No lo dudo —contesté—. Y..., ¿quiénes son los dueños? ¿Los tres o...?

   —Hazel y Frank son el matrimonio que llevaba el restaurante, luego se encontraron a Klaus por el pueblo y ahora son los tres contra el mundo —explicó expulsando el humo poco a poco—. La verdad, es que yo tampoco sé toda su historia. Pero ya sabes, Cass... El pasado es historia, el futuro un misterio y el presente un regalo. Así que tampoco me he interesado por saber cómo llegaron hasta aquí, me importa que estén aquí ahora y ya está. No sé si me explico.

𝐍𝐎𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 ➢ Thomas Brodie-SangsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora