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Seokjin suelta un bufido a la vez que cierra con brusquedad su laptop.

El que dijo que en la Internet se podía encontrar información de todo y de todos no era más que un mentiroso.

Si tan solo no estuviera tan limitado ya habría dado con quien buscaba, pero con lo sobreprotector que se había vuelto Namjoon, apenas lo dejaba levantarse de la cama. Y, aunque no es tan mezquino como para quejarse de los cuidados que este le ha estado profesando durante esos últimos meses, sí le fastidiaba aveces lo exagerado que llegaba a ser.

Es decir, Namjoon había contratado a alguien que se encargara de todo el quehacer de la casa y también a un chófer personal que no le permitía caminar más de dos metros por su propio pie.

Podía entender la preocupación de este en torno a su embarazo, pero él definitivamente estaba exagerando con respecto a las indicaciones de la doctora para que se mantuviera tranquilo y en reposo.

No lo dejaban ni siquiera poner un pie en la cocina sin que Namjoon fuera notificado de ello y era algo verdaderamente frustrante.

Volvió a llevar su vista hacia su laptop y resopló con frustración. Lo único bueno de aquello es que tenía tiempo extra para dedicarle a su búsqueda secreta. Una que esperaba lo ayudara a redimirse con su hermano menor, porque aunque Taehyung no le recriminara nada, él no podía evitar sentirse culpable por haberlo instado a salir corriendo en vez de quedarse a esclarecer todo aquel embrollo de su supuesta infidelidad.

Se supone que él era el mayor, y por ende el más maduro, pero solo terminó influenciado a su hermano con sus propios malos hábitos de escapar cuando las cosas parecían irse a la mierda.

Estaba decidido a resarcir su error. estaba tan cerca de dar con la única persona que podía ayudarlo a aclarar la situación de Taehyung, pero la tarea no era sencilla. Más aún porque su búsqueda era secreta. No quería sacar a colación aquel espinoso tema sin antes haber atado todos los cabos sueltos ni haber confirmado su teoría.

No iba a arriesgarse a arruinar nuevamente las cosas ahora que su menor parecía haber recuperado cierta felicidad después de tanto tiempo.

Haciendo la computadora a un lado, tomó el platillo lleno de galletas caseras horneadas hace poco, el cual reposaba sobre la mesa ratonera.

Empezó a comerlas con cierto resentimiento puesto que su idea había sido hornearlas él mismo, pero no le fue permitido; maldijo internamente un segundo más tarde cuando el dulce sabor inundó su paladar.

Estaban deliciosas y ahora no podría quejarse y decir que prefería las suyas porque obviamente se las comería todas.

Su teléfono celular empezó a sonar y extendió su brazo sin mucha prisa hasta tomarlo de la mesita. Metiéndose otra galleta a la boca antes de contestar.

--Diga. -dice aún cuando tiene la boca llena.

--Seokjin, necesito un favor de tu parte.

La conocida voz del pelinegro se escucha a través de la línea telefónica y Seokjin se despega el teléfono celular de la oreja para ver la pantalla. Aunque no tenía el número en lista de contactos, no cabía duda de que se trataba de Min Yoongi. Y esto sí que era una sorpresa puesto que ellos nunca han sido muy cercanos que digamos a pesar de la estrecha amistad del pálido con su esposo.

--Llevaré a Jimin a un cóctel esta noche y quiero pedirte que lo ayudes a arreglarse para la ocasión.

--No, lo siento. -responde sin pensarlo mucho. Él tenía suficientes cosas de las que preocuparse --Estoy ocupado. -se recuesta sobre el mullido sofá y toma otra galleta para llevársela a la boca.

Mi Terco Doncel 《NamJin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora