20

3.4K 559 199
                                    

Namjoon entornó su mirada perspicaz en la alta y esbelta figura de Seokjin saliendo de aquel auto de color obscuro. No le fue difícil deducir quien era el dueño del mismo.

Tensó la mandíbula a tal punto que le empezaron a dolor los dientes.

Definitivamente no le agradaba el dichoso representante, su instinto le sugería que este albergaba un interés más allá del meramente profesional por el apuesto castaño.

Deslizó una mano dentro del bolsillo de su pantalón mientras que la otra iba a parar a su barbilla, adoptando una pose pensativa y bastante varonil.

Era consciente de su actuar egoísta e irracional al intentar forzar un acercamiento con Jin luego de cómo terminaron las cosas en el pasado, más aún teniendo en cuanta que su estadía en Corea no excederá los tres días y el primero ya estaba finalizando. Si fuera alguien más noble, definitivamente se alejaría.

Pero él no era alguien noble.

Kim Namjoon era impulsivo y obstinado. Estaba acostumbrado a hacer las cosas a su manera. A tener todo aquello que él deseaba. Y, para bien o para mal, él deseaba a Seokjin y sabía que no le era indiferente después de la mirada resentida que este le dedicó al verlo acompañado de la fémina.

Ya lo había decidido, Kim Seokjin no se le escaparía esta vez.

Se giró suavemente hacia la izquierda cuando el chico en cuestión cruzó la puerta principal del lobby donde él ha estado desde hace un buen rato ya. Sonrió con suficiencia cuando pudo apreciar al castaño de frente.

A juzgar por su postura, sabía que Jin estaba tenso y probablemente asustado por tener una cita con un completo desconocido. Sinceramente, ganas no le faltaban de reprender seriamente al apuesto doncel por aceptar colocarse en una situación en donde él claramente era la parte más vulnerable.

Aunque debía admitir que el estúpido representante hacía bastante bien su trabajo de asegurarse de que el castaño no corriera peligro. No en vano le costó más de una hora convencerlo de que era alguien de fiar.

Y pensar que solo le bastó con soplar en el oído de la persona indicada una burda insinuación de estar interesado en hacer una inversión para tener a los encargados de la dichosa agencia a sus pies.

Bufó para sus adentros antes de seguir -desde una distancia prudente- a Seokjin hasta el restautante-Bar donde lo citó.

Lo vió detenerse al llegar al lugar antes de erguirse, mostrando esta vez una postura y un andar que demostraba gracia y elegancia.

Esperó hasta que fue guiado por el maître a la mesa reservada, obteniendo a lo lejos un discreto ademán del uniformado, indicándole que todo estaba listo.

--Y este idiota, ¿que? -escuchó al castaño murmurar y tuvo que reprimir una carcajada
--Definivamente el dinero no te da educación.

--Estoy de acuerdo con lo último. -entonó con jocosidad --Pero no creo que sea correcto que me llames idiota.

--Esto tiene que ser una jodida broma, ¿Que diablos haces aquí?

Nam estuvo tentado a reír ante la cara de sorpresa y estupefacción del contrario, pero optó por controlarse.

Después de todo, Seokjin era Seokjin; y lo que menos quería era salir lastimado de allí.

--Soy tu cita de esta noche. -le informó sin poder evitar que una sonrisa satisfecha se instalara en sus labios
--Por cierto, te ves increíble...como siempre.

--Creí haberte dejado claro que los halagos no te llevarán a ningún lado conmigo. -no pudo evitar recalcar esto, desviándose del tema más importante.

Mi Terco Doncel 《NamJin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora