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Namjoon iba sentado en el asiento de copiloto mientras que Yoongi conducía en dirección a la casa de los hermanos Kim, quienes ocupaban el asiento trasero del auto.

Sonrió por la escena que se presentaba ante sus ojos, y es que era enternecedor ver a Seokjin susurrar palabras tranquilizadoras y depositar castas caricias sobre las hebras del castaño menor quien, desde hace un buen rato ya, se entregó a los brazos de morfeo; totalmente agotado debido a la vivido esa noche, pero no lo suficientemente inconsciente para deshacer su agarre sobre las prendas de su hermano mayor, asegurándose, incluso estando dormido, de no ser separado de este.

[.]

Era media noche cuando llegaron a su destino. Namjoon se apresuró a salir del coche e ir en ayuda de ambos donceles, esperando pacientemente al costado a que el castaño mayor lograra despertar al de sonrisa cuadrada mediante gentiles zarandeos. Una vez lograda la misión, Nam extendió su brazo para ayudarlos a bajar del vehículo.

Su caballerosidad fue bien recibida ya que Seokjin no tardó en aceptar tomar su mano, dedicándole una tenue sonrisa con la cual esperaba transmitir toda la gratitud que era incapaz de verbalizar, puesto que rara vez ha tenido algo que agradecer a alguien fuera de su diminuto círculo familiar.

El de hoyuelos observaba embobado la sonrisa que le era dedicada, viéndose embargado por una enorme satisfacción consigo mismo por haber ayudado a ambos hermanos.

Debía recordar agradecerle a Hoseok por el dato y, de paso, averiguar cómo rayos sabía él donde estaba Taehyung y lo que le estaba pasando.

--Déjame ayudarte. -se ofreció nuevamente al notar como Jin trastabilaba al intentar caminar con Tae aún aferrado a su costado.

Una vez obtenido el consentimiento del castaño mayor, pasó su mano izquierda por la cintura de este para brindarle soporte.

--Muchas gracias por todo lo que has hecho por nosotros esta noche. -musitó el apuesto doncel con voz pausada y mirada dubitativa una vez estuvieron frente a la puerta de su casa; mostrando, por primera vez, una actitud afable.

A Namjoon tal comportamiento le resultó extremadamente interesante y alentador. Sus manos de repente empezaron a hormiguear, ávidas por tocar al menos un milímetro de la piel adversa y comprobar -ahora que tenía una mínima posibilidad de salir ileso del acto- si era tan suave como prometía. Sin embargo, al final terminó guardándolas en los bolsillos de sus jeans, decidido a no tirar al fango su actual progreso con el arisco chico.

Pero, rayos, esos bonitos y besables labios lo estaban tentando tanto. Necitaba salir de allí antes de meter la pata hasta el fondo.

Obligándose a mantener su porte de caballero, sonrió de manera amigable antes de girarse para ir hasta el auto.

Para Seokjin no pasó inadvertida la forma en la que el contrario observaba fijamente sus belfos. Él ya sabía lo que esto significaba y, si debía ser sincero -al menos con él mismo-, admitiría que él también deseaba lo mismo.

Es por esto que se sintió contrariado cuando Namjoon se giró, dispuesto a irse sin más.

--¡Namjoon! -vociferó aunque no fue consciente de ello hasta que el nombrado se giró para mirarlo interrogante
--Esto...yo... -titubeó, se sentía extrañamente ansioso. No obstante, prosiguió, poco dispuesto a dejar pasar aquella oportunidad
--Quizás...ummm....podamos vernos mañana en la heladería.

Su corazón empezó a latir errático en cuanto estas palabra abandonaron su boca y se le hizo una eternidad aquel segundo que el más alto se tomó para contestar.

Mi Terco Doncel 《NamJin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora