Mi Terco Doncel 《NamJin》

11

La mente de Seokjin giraba en torno al caos en el cual se sumergía su vida de manera progresiva y en muy corto tiempo.

Y es que, la relativa estabilidad de la cual gozaba se presentaba ante él tal cual un espejismo a punto de desvanecerse.

Desde que el hombre que ejerció la función de figura paterna para él desde los siete se había marchado, llevándose con él a su pequeño hermano menor, se había abierto un brecha que marcaba un antes y un después.

Su madre, aquella mujer de carácter autoritario y determinado se mostraba ante él como un simple vestigio de lo que fue. Sollozando todas las noches hasta altas horas de la madrugada y permaneciendo luego todo el día en cama.

Decir que estaba preocupado era poco. Trataba de hablar con ella constantemente pero, esta insistía en que estaba bien incluso en aquellos momentos en los que la había encontrado sentada en la oscuridad en medio de la sala y mirando a la nada.

Y él quería creerle.

Necesitaba creerle.

Es por eso que se aferraba con uñas y dientes a la posibilidad incierta de que esto no era más que una crisis pasajera.

Que su madre volvería a ser la de antes.

Él solo debía ser fuerte y mantenerlos a ambos a flote hasta entonces.

Podía hacerlo.

Por el momento, ya había llamado hasta su escuela para informar que él y Taehyung no asistirían por un tiempo debido a un viaje familiar.

Habían aceptado con relativa facilidad su excusa. Y era mejor para él. No quería a nadie inmiscuyéndose en sus problemas familiares.

Ya encontraría la manera de convencer al padre del menor de no alejarlo de su lado.

Si tan solo tuviera la forma de comunicarse con Tae.

Un problema a la vez. -se dijo a modo de mantra.

--¿Y si intercambiamos nuestros números de teléfono? –pestañeó cuando esta pregunta se coló entre la maraña de sus pensamientos, haciendo eco en su adormecida conciencia --Digo, así podríamos hablar en cualquier momento que te apetezca hacerlo. En serio, estoy disponible las veinticuatro horas del día...quizás no tanto así pero, prácticamente mi teléfono es una extensión más de mi cuerpo...

Namjoon parloteaba sin parar, aprovechando que el apuesto doncel parecía estar a punto de despertar de su letargo. Sus labios se estiraron hasta formar una bonita sonrisa cuando los ojos color café lo enfocaron.

--Yo no tengo un teléfono. -la respuesta de Seokjin careció del habitual desdén al que el más alto ya se había acostumbrado, tras casi dos semanas de compartir el limitado espacio de un banquillo por aproximadamente dos horas que, de no ser por sus constantes monólogos, la pasarían en un asfixiante silencio.

Y no es que el realmente fuera alguien muy hablador, pero le resultaba desesperante la manera en la que el otro se perdía en sus pensamientos, por lo que intentaba por todos los medios sacarlo de su ensimismamiento, aún si solo era para recibir duras palabras de rechazo.

--Venga ya. ¿Esperas que me crea eso? -cuestionó más por mantener una conversación que por otra cosa
--¿Quién no tiene uno en estos días?

--Yo no tengo porqué mentir. -respondió, ya con un poco más de ímpetu en sus palabras --Me es demasiado sencillo decirte simplemente que no quiero dártelo y ya.

--Entonces, si tuvieras uno...

--Igual no te lo daría. --interrumpió con inmediatez, bufando cuando el contrario -en un acto de dramatismo- llevó una mano hasta su pecho, fingiendo haber sido lastimado.

--No deberías ser tan directo. -riñó medio en broma, adoptando luego un tono más serio --Y, por otro lado, no tiene nada de malo que me des tu número. Después de todo, somos amigos al fin y al cabo.

Aunque no es tu amistad lo que en verdad busco. –agregó solo para sí mismo.

--No, no somos amigos, niño rico. -gruñó el castaño, tomando por sorpresa a Namjoon ante el tono despectivo que utilizó al final.

--Pues, podríamos serlo si quieres. -aseguró, manteniendo a raya su propio temperamento. Él no buscaba una confrontación con el contrario a pesar de que este había adoptado una actitud beligerante.

--¿Y para que querría yo ser amigo de alguien como tú? -atacó nuevamente, de repente rabioso con Namjoon por permanecer allí tan sereno, tan ajeno a las desdichas y desventuras que le impedían conciliar el sueño por las noches solo porque la vida parecía estar ensañándose con su persona, arrebatándole lo poco que tenía y lo hacía feliz... mientras que el contrario lo tenía todo.

--¿Alguien como yo? -repitió el de sonrisa de hoyuelos, ya sin ganas de reprimir su indignación ante el desprecio con el cual era tratado
--¿Qué se supone que significa eso?

Seokjin le sostuvo la mirada con templanza, no dejándose amedrentar por la fiereza de los orbes obscuros.

--Jamás lo entenderías.

--¿Porque soy un niño rico? -sentenció con amargura --¿Crees que por ser rico carezco de empatía o sentimientos? -cuestionó más y más molesto --Tengo familia y amigos a los que amo y por los que me preocupo; y ellos hacen lo mismo conmigo. -tragó tras sentir su garganta seca, pasando con exasperación la mano por sus cabellos a la par que soltanaba una risa carente de gracia --He estado aquí, brindándote mi apoyo sincero a pesar de tus rechazos y desaires solo para que tú me trates con la punta del pie...

--Nadie te pidió venir. -su repuesta fue tan dura y cortante, que Namjoon se vió empuñando las manos a sus costados.

--Lamento mucho haberte molestado con mi indeseable presencia durante todo este tiempo. -dijo antes de darse la vuelta y marcharse sin mirar atrás.

Seokjin desvió la mirada a la par que comprimía sus orbes, muy en el fondo sabía que estaba siendo injusto con el más alto. Después de todo, él había encontrado algo de consuelo en la reconfortante presencia que, aun si no lo quisiera admitir, le hacía sentirse menos solo y desamparado.

Sin embargo, era demasiado orgulloso para pedir disculpas.

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2/2

Será todo por esta semana.

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《Akina》