#011. So they sprinkled moon dust

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Después de haber dado la advertencia, Kankuro decidió que era prudente encarar a Temari por su  condescendencia ante esos dos, mala elección. Apenas le dijo lo realizado a su hermanita esta lo golpeó tan fuerte que acabó estampado contra la pared.

—¿¡Pero qué diablos te pasa!?, ¿¡Te volviste loca!?— gritó adolorido mientras sobaba la dañada mejilla. —¡Mierda!, Esto definitivamente me dejará un moretón. — el sabor metálico en su boca sólo avivó su molestia, era obvio que él no había hecho algo malo, ¿entonces cuál era el maldito problema?. —No entiendo qué rayos te molesta, sólo dije la verdad.

—Pedazo de idiota, ¿¡Te das cuenta que Gaara no desea que nos metamos en esto!?— exigió tomando al castaño del cuello de su traje. —¿Qué pasa si el chico todavía no gusta de esa forma de Gaara eh?, ¿Y si se da cuenta de los sentimientos de Gaara y lo rechaza?, ¿Has pensado cuánto lastimaría eso a nuestro hermano imbécil?— le reprochó la rubia mientras lo zangoloteaba con enojo.— Él quería ir lento, a su tiempo, ganarse el corazón de Rock Lee hasta que el tipo se acercara para no forzarlo, para no imponer sus sentimientos ni hacerle sentir presionado ni obligado por ser amigos.— el agarre de la chica se suavizó y su tono se volvió dolido, realmente no quería ver triste a Gaara, por eso se había abstenido de interferir más de lo necesario, había dejado que las cosas siguieran su curso pero de repente llega su tarado hermano a generar caos en la situación, sólo esperaba que no saliera tan mal. —Te lo advierto Kankuro, si Gaara llora te voy a castrar.— sentenció con una aura aterradora a su alrededor mientras soltaba su agarre y salía de la habitación.

Entonces el dolor de la mejilla del castaño se fue por el caño, definitivamente esa amenaza era aún más preocupante, y por desgracia no era sólo eso, Temari le había dado una nueva perspectiva de la situación, mierda, la había liado. No era su intención arruinar la situación, ¡pero en su defensa ni siquiera sabía que existía tal cosa!, ¿Cómo iba a imaginar que en realidad era su hermano era el que estaba más involucrado sentimentalmente?.

Nunca había visto a Gaara interesarse de esa forma en nadie y ese chico Lee siempre parecía un bobo ilusionado al lado de su hermanito, ¿Acaso no gustaba de Gaara?. Espera, ¿¡Cómo diablos no iba a gustar de él!?, ¡Gaara era adorable!, si, era serio y tenía un pasado turbio pero vamos, ahora era como un pastel dulce y blando. Callado, inteligente, amable, fuerte, valiente, agraciado y lindo, ¿¡Acaso sus cejas le impedían ver,!?. ¡Ese tipo sería afortunado de estar con Gaara!.

Ahora estaba aún más molesto con Rock Lee.

Esa noche la pasaría afilando las armas de sus marionetas, sólo por si acaso.
















...

A poco más de las 10 Gaara salió del edificio ya sin el molesto traje de Kazekage, ahí recargado contra la pared estaba el moreno tan sumido en sus pensamientos que de nueva cuenta no había notado la llegada de alguien más. El pelirrojo se posó a su lado en silencio, disfrutando la fría brisa nocturna que era parcialmente bloqueada por el cuerpo más alto de Lee, después de unos amenos minutos el de la hoja por fin cayó en cuenta de su compañía, girando rápidamente el cuerpo hacia Gaara con una brillante y boba sonrisa.

—¡Gaara!, Debiste decirme que estabas ahí. Si no hubiese sentido tu olor jamás me habría dado cuenta que ya habías llegado.— habló con tono dulzón mientras el otro se quedaba atontado en su lugar.

—Tú... ¿Puedes distinguir mi olor?— preguntó, arrepintiéndose al instante al ver el leve sonrojo en el contrario y como le desviaba la mirada apenado. Ahora él estaba comenzando a avergonzarse.

—Ah, si. Bueno, no es que tenga una naríz tan buena ni nada, sólo creo que es fácil distinguir tu aroma porque es bastante dulce.— respondió nerviosamente mientras rascaba su nuca.

Gaara pasó de tener un suave sonrojo a la cara ardiendo, se sentía tan apenado que sólo pudo atinar a ocultar la cara entre sus manos.

—¡Ah! Pero eso lo sé porque bueno, es como el olor de las galletas y los dulces que recibo, siempre había pensado que cerca de ti había un olor dulce, pero después de comenzar a recibir tus regalos entendí porqué.— balbuceó nervioso. —Es reconfortante, definitivamente te queda. Lo siento, no quería hacerte sentir incómodo pero simplemente creo que en realidad es sencillo distinguir tu olor porque es bonito, bueno, tú eres más bonito pero no quiero que pienses que es raro. ¡Lo que trato de decir...!

—Lee tranquilo.— dijo Gaara sin sacar su rostro de entre sus palmas. —No creo que sea raro, sólo me sorprendió. Está bien.— habló el pelirrojo descubriéndose la cara, mostrando sus rojas mejillas y una tímida sonrisa que detuvo por un segundo el corazón del azabache.

—Si, si, tienes razón. Entonces... ¿Qué tal si damos un paseo?.— sugirió con más calma, extendiendo suavemente su mano hacía el otro.

Gaara observó casi en trance la mano que se le ofrecía, completamente vendada, más grande que la suya y mucho más fuerte, llena de cicatrices cubiertas bajo la tela. La tomó como si fuese lo más natural del mundo, sintió su calor bajo las vendas, tan reconfortante entre el frío clima. Después de avanzar unos pocos pasos el agarre lentamente se deshizo, dejando una sensación de vacío en ambos. No querían soltarse, deseaban mantenerse cerca, tan cerca que el frío no se sintiera en sus cuerpos, tanto que sus manos se fusionasen pero ninguno de ellos deseaba incomodar al otro con sus sentimientos.

Continuaron con su caminata nocturna y después de unos momentos Lee se atrevió a comenzar una nueva conversación, dejando poco a poco el tenso ambiente. Luego de casi dos horas decidieron que era tiempo de dormir, ambos tenían cosas por hacer al día siguiente y era mejor que descansaran todo lo posible. Lee acompañó al pelirrojo hasta a la puerta de su casa, se quedaron ahí parados observándose a los ojos por unos momentos, con bobas sonrisas y sutiles sonrojos. El más alto se fascinó con la vista de Gaara bañado con la luz lunar que hacía brillar su pálida piel, acariciando sus pequeñas manos entre las suyas, aún con las vendas interfiriendo podía notar la suavidad de estas, tan delicadas y bonitas que deseaba besar cada nudillo, cada vena y cada línea en sus palmas.

El más bajo se sentía flotar en esos momentos, separado del chico que tanto adoraba por apenas unos centímetros, tan faciles de desaparecer. Desde ahí podía ver perfectamente todos los rasgos de Lee  algo oscurecidos por las sombras nocturnas, la tierna sonrisa que lo había flechado, los hombros anchos y el amplio pecho, suplicaba que todo se detuviera en ese mismo instante. Para su desgracia el tiempo no se congeló y tenían que separarse, poco a poco soltaron sus manos que ni siquiera recordaban haber unido y se despidieron.

Estaba por cerrar la puerta pero en ese justo instante sintió un peso empujándolo hacia atrás, después una  tibia sensación envolviéndose en su cuerpo y las cosquillas del cabello de Lee en su mejilla izquierda. Lee lo estaba abrazando, tan fuerte que le impedía moverse de ese lugar, tan cálido que se sintió derretir, tan dulce que sentía que moriría de amor.

Los fuertes brazos que deseaba acariciar se envolvían perfectamente en su delgada cintura, la cabeza de Lee posada en su hombro y la nariz de este rozando su cuello, una fuerte mano peligrosamente cerca de su cadera y la suave respiración quemando su piel. Sin poder evitarlo subió su brazos hasta rodear el cuello de Lee y perder sus dedos entre las hebras oscuras; acercándolo aún más a su cuerpo, resoplando satisfecho por la cercanía, esos endemoniados centimetros del pasado habían desaparecido.

Cuando por fin decidieron separarse se dedicaron una sonrisa aún más grande y un quedo hasta pronto.



«Te amo desde el hondo abismo hasta la región más alta»

—Elizabeth Barrett Browning

Close to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora