Libro n°1 de la saga: "Improntas Quileutes."
"-¿Y yo qué tengo que ver con éste tipo?
-Más de lo que creerías, Mar, más de lo que creerías."
👤 Sam Uley
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La azabache estaba que echaba humos por las orejas, habían pasado cinco días desde aquel extraño momento, y desde entonces, no había vuelto a verle la cara a su hermano. Él no había vuelto a la casa, ni le había llamado, ni dio ninguna señal de vida, simplemente, desapareció.
Ella no paraba de culpar a las tres personas que se habían llevado a su hermano, pero principalmente culpaba a aquel que la miró de manera intensa y le causaba repulsión. Sí, eso era lo que le causaba a ella la presencia de Sam, repulsión.
Esa mañana tenía que trabajar horas extras en su trabajo en una librería, cosa que aumentaba su malhumor. Camino hasta el mostrador, poniéndole (fingiendo poner) atención al cliente que pedía un libro de cocina. Ella amaba leer, incluso creía que en algún momento podría escribir su propio libro, pero por ahora trabajaba para obtener más dinero en caso de que vuelva su hermano a la casa.
-Buenas tardes, ¿En qué le puedo ayudar?.-Le preguntó al hombre mayor que acababa de entrar, supo quien era por la cabellera negra y larga.
-Quisiera invitarle a una reunión con los jefes de la reserva, luego de sus horas de trabajo. Es por algo sumamente importante, y debe saber que es lo que está pasando con su hermano.-Dijo Billy Black, quien estaba en su silla de ruedas con una mujer detrás de él.
-¿Se ha metido en problemas?.-Preguntó nerviosa.
-Para nada, pero es algo de suma importancia.-Respondió de forma serena.
-Esta bien, salgo del trabajo a las 8.-Suspiró rendida.
-Quiero un ejemplar de "Mitología Griega". Mi hijo Seth lo necesita para un trabajo.-Murmuró la mujer, con una sonrisa que daba calidez maternal.
-Por supuesto.-Dijo la chica, volviendo a su estado profesional.
Luego, ambos mayores abandonaron la librería, dejando a la joven muy nerviosa por aquella invitación repentina. Le preocupaba el hecho de que hermano se haya unido a la secta que todos murmuraban, la cual decía que entraban personas raras como los integrantes que ya estaban. Su hora de salida llegó, junto sus cosas y salió de la librería, cerrando ésta con las llaves que el dueño le dejó a su cargo.
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