Capítulo 3: No basta con Uno, son Cuatro idiotas.

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Marlene miraba a su alrededor, aquella habitación que fue suya por 19 Años, ahora, quedaría vacía. Ella, aunque no lo quería, debía irse con Sam. Al menos, para no dejar a su hermano solo con todo esto, debía estar con él en estos momentos un tanto extraños, y si era exiliada no iba a poder hacerlo.

Cerró la última caja que contenía libros, dio un suspiró para luego mirar la habitación por última vez, no era que iba dejar de venir a la casa (su hermano viviría en ella), pero sus cosas no estarían acomodadas como ella las tenía.

Un golpeteo en el Marco de la puerta sacó a la muchacha de sus pensamientos. Sam estaba parado en el umbral de la puerta, con sus típicos pantalones cortados a la rodilla y sin camisa.

-Al menos usa una camiseta, Chucho.-Dijo Marlene, pasando su vista de él a las cajas que tenía frente a ella.

-¿Te molesta que esté así?.-Preguntó Sam, con una sonrisa divertida.

-Molestar, no.-Volvió a mirarlo.-Incomodar, diría yo.

-¿Te incomoda?.-Preguntó preocupado.

-A mí, no.-Elevó sus hombros.-Viví con Michael por 19 años, ya es normal ver a alguien sin camiseta. Eso no significa que puedas incomodar a alguien más.

Sam elevó sus hombros e hizo una mueca que demostraba que no le importaba. Se acercó a ella y miró las cajas.

-¿Necesitas ayuda?.-Preguntó Sam.

-Ya terminé, solo hay que bajarlas.-Dijo Marlene, con desgana.

-Sé que..-La chica lo miró.-No es algo que querías, y también sé que lo haces por no dejar a tu hermano solo, pero quiero agradecerte... Por aceptarme.

-No te acepté, Sam.-Dijo ella, pasándose la mano por el cabello negro.-Ni siquiera entiendo esto. Tú estabas con Leah Clearwater, te ibas a casar con ella, y de la noche a la mañana, soy tu alma gemela y debo irme a vivir contigo cuando ni siquiera sé quién eres.-Suspiró pesadamente.-Solo me estoy adaptando, yo no acepté esto, ni lo quiero hacer.

La azabache era franca cuando hablaba de algo que no le gustaba, y no le importaba lo que causaba en los demás cuando lo hacía, pero esta vez, sintió una punzada en el corazón tras ver el rostro dolido de Sam, pero no iba a redimirse por lo que había dicho, simplemente dijo la verdad.

-Bajaré estás, tú baja las de la ropa.-Indicó Sam, aún con su rostro serio, tomando la caja de los libros y saliendo de la habitación, dejándola sola.

ALPHA |1| S.UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora