Libro n°1 de la saga: "Improntas Quileutes."
"-¿Y yo qué tengo que ver con éste tipo?
-Más de lo que creerías, Mar, más de lo que creerías."
👤 Sam Uley
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Maratón (2/3)
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Marlene se despertó en su cuarto con un dolor muy fuerte en su pecho, estaba agitada y sudorosa.
Había pasado un día desde que ambos hermanos Clearwater entraran en fase. Sí, el pequeño Seth con 15 años había entrado en fase, luego de una charla con Michael, el más joven presentó fiebre y luego unos temblores, siendo seguido de convertirse en un perro gigante con el pelaje de color Arena en el patio de su casa. Michael logró que el chico caminara al bosque antes de que alguien lo viera, y de ahí lo ayudó a volver a su forma humana, ya que el West no contaba con que del otro lado del bosque, Leah estaba en su forma de lobo y que casi mata a su hermana.
La azabache se levantó de la cama al oír como los chicos peleaban en su comedor, podía oír claramente cómo Paul y Leah se peleaban mientras que el pequeño Seth respiraba de forma irregular. Corrió por el pasillo y llegó a la cocina/Sala.
-¡CALMADOS!.-Chillaron Sam y Marlene a la vez, sin notar la presencia del otro en el lugar.
Leah soltó un gruñido, y Paul la miraba como si la quisiera matar. Seth se calmó y quedó sentado junto a Michael.
-Paren de pelear, ¡Por los ancestros!.-Bufo Marlene.-No es momento para que haya este tipo de cosas, un poco más de respeto.
-¿Respeto?.-Preguntó Leah, con ironía.-¿Respeto a ti?.-Hizo una mueca de desagrado. Paul gruño y Jared la miró mal.
-No, Leah.-Respondió la azabache con calma.-Respeto a la memoria de tu padre, y un poco más de respeto a ustedes. Entiendo tu enojo, pero no es el momento, y no me gusta que estén gritando y gruñendo.
-Afuera, todos.-Ordenó Sam con su voz de Alfa, haciendo que todos salieran de la casa sin poder objetar nada. Este salió último, dejando a la chica sola.
Marlene suspiro y se encaminó a la habitación nuevamente. Desde el día anterior que estaba allí adentro, sin tener contacto con nadie más que no sea su mellizo. Para nadie era fácil la situación, y ahora con una Leah muy rencorosa, era aún más difícil.
Marlene no la culpaba, no culpaba la ira de la chica ni sus actitudes hirientes, en algo tenía razón, y eso hacía sentir más culpa a la joven. Sam había intentado hablar con ella, pero todos los intentos eran en vano, y eso provocaba un gran dolor en su pecho al igual que a su impronta.
La tarde transcurrió tranquila, los lobos no habían vuelto de su salida de la mañana al bosque, dejando sola a la humana en la casa. La muchacha había estado planeando algo en su cabeza desde el día anterior, e iba a ponerlo en marcha aprovechando que nadie estaba en la casa. Tomó un bolso grande, guardando cosas esenciales como Ropa, cargadores y cosas que necesitaría luego. Salió de la habitación con su bolso en mano, busco las llaves de su antigua motocicleta que no había usado en meses y salió de la casa sin dejar rastro de nada.
