Capítulo 4: Tranquila, Mar.

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Llevaban una semana conviviendo juntos. Sam dormía en el sofá, porque la azabache peleó por la cama con una y garra. Y el lobo no le iba a replicar nada, así era la imprimación.

Esos 7 días, la manada visitaba la casa del Alfa y convivían con la impronta de este. La muchacha siempre los recibía con comida antes de irse a trabajar cuando salían de su turno matutino de vigilancia. A Sam no le parecía nada gracioso que ella trabajara, él quería ser el que le dé todo lo que quisiera, pero no era un tema a discutir, pues ella dejó en claro que no dejaría de trabajar ni aunque el mismísimo Obama le dijera que lo haga.

Los betas estaban más que contentos con la presencia de la chica, siempre estaban comiendo sus exquisitas comidas o postres mientras hablaban de muchas cosas sin sentido. Incluso se hacían bromas, pero los chicos le temían cuando ésta estaba enfadada, era peor que el mismísimo Satanás, y los chicos corrían lejos de ella cuando estaba en ese estado.

Era como una madre, los regañaba, les hacía de comer y cuando estaban estresados les hacía chocolate caliente con galletas. No era casualidad que los chicos le dijeran "Mamá Lene". Sam solo rodaba los ojos cuando ellos la llamaban así, incluso estaba ofendido que a ella le hagan más caso que al mismo Alfa.

-¡No olviden que la semana que viene deben ir al instituto!.-Gritó Marlene a los dos lobos de 18 años.-¡Y tú debes buscar trabajo!.-Le grito a su hermano.

-¡Si, señora!.-Gritaron los tres, corriendo al bosque.

Esa tarde, un aullido había sonado en el bosque, lo que significa que había uno más. La azabache se sentía feliz de que haya uno más, pues sabía que los chicos la iban a describir como una bruja macabra y el nuevo le temería.

En cuanto a su relación con Sam, las cosas seguían tensas. Ellos cruzaban una que otra palabra, y luego no hablaban. Cuando se miraban a los ojos, Marlene sentía que su estómago se removia y su corazón se aceleraba, mientras que Sam se sentía feliz de tener ese efecto en ella, y tenía la certeza que terminarían juntos, solo era cuestión de tiempo.

La joven se terminó de preparar para ir al trabajo, tomó su chaqueta de cuero ecológico y se colocó el casco para luego subirse a su motocicleta. Ese día iba a ser atareado, pues un nuevo libro juvenil que era la sensación del estado, había llegado a la librería donde trabajaba. Salió en dirección al lugar, con el tiempo muy ajustado, estaba saliendo un poco tarde. Y su jefe no era tan comprensivo con la impuntualidad.

Bajo de la motocicleta en cuanto estacionó frente al edificio. Corrió a la puerta de empleados y se colocó su uniforme en tiempo récord. Luego fue al mostrador y se paró en su lugar.

ALPHA |1| S.UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora