EXTRA I

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Obsesiones

Brott

Abro la botella que tenía reservada para la boda; un whisky "Macallam 1926", me sirvo un vaso y tomo asiento detrás de mi escritorio. Saboreo los 75.000 dólares que gasté en él, "para celebrar mi gran día", pero la muy perra me dejó 4 meses antes.

Absorbo el licor, y asimilo el ligero ardor que me produce al pasar por mi garganta. «Estoy enojado» Violett lleva 2 semanas en su juego de salvar vidas en una guerra en la que ella no debería estar involucrada, en una guerra que ni siquiera debió haber empezado.

Ay mi linda flor, siempre creyendo que puede escapar de mí, donde quiera que vaya yo estaré, si ella respira yo lo sabré, y si no lo hace también.

Me reclino en mi asiento, absorto en la oscuridad en la que está sumido mi despacho.

Tener que recurrir al chantaje para que se case conmigo es lo que nunca esperé de nuestro matrimonio, hace cuatro años todo estaba bien, ella se mostró tan servicial, pero los últimos meses han sido toda una miseria.

Piensa que puede salir vestida como le da la gana para que los demás hombres la vean, pues no, ella es mía, mi mujer. Debe ser recatada y de hogar. ¿Qué ejemplo les daría a nuestros hijos si la dejo salir como quiere?

Empezó a quejarse de que la asfixio, cuando yo lo único que hago es cuidarla, siempre la he cuidado. Solo está confundida eso es todo. Nadie me puede culpar por ver una oportunidad y tomarla.

Nadie puede decir que no hubiera hecho lo mismo que yo, porque la amo y ella me ama. Me lo dijo muchas veces, nadie cambia de la noche a la mañana sus sentimientos.

Espero que después de este break que se está dando regrese y se de cuenta que soy el único, que soy el hombre de su vida.

—Señor le llegó un correo —mi secretaria entra y la luz se filtra por medio de la puerta abierta —. Viene desde Siria.

—¿Violett? —pregunto esperanzado de que se haya dado cuenta que no está hecha para eso, y me escribió para pedirme que la saque para que nos casemos lo antes posible.

—No señor, dice otro nombre —antes de que lo lea le arranco la carta de la mano, y le pido que se vaya.

Cuando ha cerrado la puerta, enciendo la lampara que posa sobre mi escritorio y rompo el sello.

La letra se me hace conocida, y me tomo mi tiempo de leer todo lo que dice.

Cuando termino de leer, mi sangre está hirviendo, arrugo el papel con toda mi fuerza y tomo la botella de whisky directamente desde el pico para atragantarme con el alcohol.

Maldita perra hija de puta. ¿Tenías que acostarte con él? ¿Creías que no me iba a enterar de tu juego? Te dije que tenía ojos en todos lados. ¿Por qué no me hiciste caso?

Te dejare que te diviertas, pero igual vendrás a casarte conmigo.

Saco el encendedor y quemo el pedazo de papel, tengo ganas de asfixiarla por mentirosa, por traicionera, yo que le di todo.

Se tenía que acostar con el asesino sádico, el que siempre sale en las noticias por alguna barbarie, pero bueno no es tan distinto a ella; una asesina.

Ella también es una asesina. Tomo mi celular y marco el número de Iván.

—¿Tienes las grabaciones del departamento?

—Señor, cuando las fui a ver, no había nada. Parece como que ese hombre nunca entró y nunca salió de la casa de su prometida —informa y aprieto los dientes.

ARRITMIA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora