Capítulo 20

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Momentos de paz

Violett

— Pues me preguntó, si estabas a la venta y yo le dije que no te vendía ni por todo el oro del mundo — termina de hablar, y no puedo verle el rostro porque las sombras del lugar lo cubren.

El corazón me va a mil por hora otra vez. Trago fuerte y vuelvo la cabeza en su dirección, luego regreso a ver a Kaya que continúa plácidamente dormida, su pechito sube y baja en las continuas y tranquilas respiraciones, me asombra la manera en la que demuestra paz a pesar de que toda su vida la ha pasado en medio de una guerra.

Después de un largo silencio —¿Y qué esperas? ¿Qué te agradezca por no venderme? ¿Qué te diga "ay gracias Killiam, por no ser un maldito infeliz todo el tiempo, y no venderme por oro a un árabe/turco/musulmán"? ni siquiera sé que era. —Contesto con irritación, porque me fastidia que crea que puede borrar tan fácil lo que me dijo.

—No te estoy pidiendo que me agradezcas — se acerca al extremo de la cama solo dando un par de pasos, y puedo ver mejor su rostro, también se le nota cansado, me imagino que llevar todo el peso de ejército no ha de ser fácil —¿Crees que es fácil para mí? ¿Qué voy por ahí salvando niños de incendios, y haciendo que me carguen como princesa? — se pasa la mano por el rostro, estirando sus facciones.

—¿Todo lo que me dijiste fue porque O'Brien me levantó? — pregunto con incredulidad e impotencia —Pues te recuerdo genio, que mientras a mí me cargaban "como princesa" porque evidentemente no podía caminar, tú te estabas besando con tu ex, y ¿Te traté como la mierda por eso? Pues no – me acaloro y empiezo a respirar con dificultad, así que me levanto de la cama, y mis piernas desnudas quedan a la vista porque solo llevo puesta la camisa que a penas cubre mi muslo.

—Baja la voz que no podemos hacer una escena aquí.

—¿Ahora me dices eso? Es que eres imposible la verdad. Me reclamas porque me cargaron, pero tú vas por la vida con tu ex, luego está la loca que está enamorada de ti amenazándome, le pega a una niña que ni siquiera tiene la culpa de nada y tú la defendiste, ¿Cómo me debía sentir con eso? ¿Eh? — me acerco a él, y en un impulso por la ira coloco mis dos manos en su pecho y lo empujo — Y ahora me dices "No te vendo por todo el oro del mundo" — imito su voz gruesa haciendo burla de sus palabras.

Cierra los ojos tratando de calmarse, y yo lo único que quiero es golpearlo, porque la paz que demuestra ahorita es algo pasajero, porque me demostró que al mínimo contratiempo que tenga se va a desquitar conmigo.

—Vinimos alrededor de 200 personas — suelta una respiración forzada para luego continuar hablando — quedamos 80, perdimos a más de la mitad de los soldados y equipo médico, ¿Qué crees que dirán las personas cuando regresemos a Londres? ¿A quién crees que le echaran la culpa? Es más, ¿De quién crees que es la culpa?

—Bueno, entonces estabas celoso, frustrado y enojado contigo mismo y te desquitaste conmigo, es que ya me queda clarísimo el panorama— respondo, no sé que esperaba de mi parte, pero comprensión y perdón no tendrá en estos momentos — Es que es más como me explicaste creo que ya hasta se me paso todo lo que tenía, ¿Quieres coger? — digo con sarcasmo pero me mira un largo rato como si no supiera que responder a mi pregunta y eso provoca en mí una risa sin ganas.

Me pongo ambas manos en la parte de atrás de la nuca y tiro la cabeza para atrás, caminando por toda la habitación antes de continuar hablando porque él se ha quedado mudo. —A veces las palabras hacen más daño que los golpes, ¿sabes? ¿Crees que estoy enojada con Petrova? Sé perfectamente que ella es un término que no me gusta usar en las mujeres porque es despectivo, pero se ha ganado que la llame perra. En cambio, tú, yo ni siquiera quiero mirarte.

ARRITMIA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora