Capítulo 46

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Miren el Booktrailer que me hizo green numen, como premio al primer lugar en erotismo de la competencia hecha por el editorial ABC. 

Traidores

Violett

«Pareces un globo aerostático» -yin

«Digo más como una morsa embarazada» -yang

Resoplo por los adjetivos que me están poniendo las voces.

—Si intentan bajarme la autoestima no lo van a conseguir, recuerden que vivo con el señor egocentrismo, que me la sube todos los días — me permito hablar con libertad a causa de que Killiam se marchó ayer por una misión.

«Una ballena varada» -yin

«Un pez globo» -yang

—Cállense — gruño e intento bajar lentamente las escaleras.

Un embarazo es difícil, un embarazo doble es peor, pero uno triple es horroroso. Si no fueran porque tengo unas ganas endemoniadas de fresas ovaladas con manjar y leche condensada, ni siquiera me movería de la cama, como llevo haciendo hace días.

Tengo siete meses de embarazo, y trato de llegar a los ocho para que los niños tengan tiempo de que sus pulmones se desarrollen. Aunque es misión imposible si siquiera sentarme, porque me han hinchado tanto la barriga, que ahora no hay momento del día que no quiera llorar de la nada.

Killiam se marchó, pero Kaya quedó en cuidado de mis padres, era obvio que yo en este estado no podía estar detrás de una niña que busca serpientes en el jardín. Se supone que una enfermera viene a verificar mi estado, porque Killiam cree que no debería quedarme sola en una casa tan grande.

En parte agradezco el silencio y agradezco no tener a Killiam cerca porque la última semana no hemos podido estar juntos, no hemos encontrado posición segura o una en la que no me canse demasiado, así que simplemente nos estamos manteniendo a raya, porque es lo mejor y a pesar que lo sabemos, estamos sufriendo.

«¿Y si se busca a otra?» -yin

—Te lo juro por Dios, que si no te callas y dejas de decir cada pendejada que se te cruza, te voy a ahogar — suelto con enojo, y tratando de respirar por la energía que me tomó llegar hasta la cocina.

Abro la nevera con mayores ansias de fresas, y el sonido de mi celular retumba en toda la habitación e intento llegar a él y de repente deja de sonar.

Vuelvo a mi trabajo en la nevera y no encuentro por ningún lado las benditas fresas ovaladas, que no dejan de aparecer en mi mente. Me doy cuenta que no hay, y me pregunto ¿Cuánto me tomaría coger el auto e ir hasta el centro a comprar unas? No debería moverme sin Killiam, pero se supone que tengo diez guardaespaldas, y un chip rastreador para poder salir.

¿Creen que sea buena idea? Le pregunto a las voces de mi cabeza, pero realmente deseo esas fresas ovaladas y no podré estar si no las consigo.

Sin cambiarme si quiera, agarro las llaves del auto y salgo de la casa con el cabello cogido en un moño alto.

—Señora. ¿Dónde se dirige? —me pregunta enseguida uno de los guardias.

—A comprar fresas ovaladas —le contesto, sabiendo que vendrán detrás de mí.

ARRITMIA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora