Capítulo 23

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Si yo no estoy

Violett

24 HORAS DESDE EL SECUESTRO

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que vi por ultima vez una luz. Nos han mantenido encerradas en este lugar oscuro y mal oliente sin comida y sin agua durante mucho tiempo. Selma se ha cansado de gritar, y ahora mantiene silencio para ahorrar las pocas energías que le quedan en su diminuto cuerpo, mientras yo siento que perderé los brazos.

Nadie ha venido, y ni los escucho hacer ningún ruido en el exterior de este lugar. Está demasiado oscuro como para que pueda ver una forma de escapar de aquí, y peor aún que mis labios están resecos, mi garganta rasposa y mis esperanzas casi nulas.

¿Habrá encontrado Killiam a Kaya? Ojalá que sí lo haya hecho. No he dejado de pensar en qué querrá el mafioso Dante Bianco conmigo, y no sé si me aterroriza más que sí sea la que busca o no serlo, porque en ambos casos me va a ir mal.

Desearía que Selma no este aquí, porque ahora me preocupo más por ella que por mí. Y he pensado en sus palabras antes de ser traídas a la fuerza a este lugar, también he pensado en las de Chris, "Nadie es completamente bueno, ni completamente malo" ¿Seré yo en parte mala? ¿Será Killiam en parte bueno?

La luz no existiría sin la oscuridad, ni la oscuridad sin la luz. El blanco sin el negro y el calor sin el frío. De seguro pienso todas estas cosas porque de verdad tengo hambre.

—¿Cómo estás pasándola allá arriba? — escucho la voz de Selma débil y ronca.

—De maravilla, casi no siento los brazos ya, pero he estado en peores situaciones — bromeo, pero la voz se me entrecorta y toso con dificultad.

—Te invitaría a pasar un rato aquí abajo si pudiera, pero he sentido una rata recorrerme las piernas y casi me desmayo — me contesta de la misma forma, es increíble en la situación que estamos metidas.

Una risa ronca se me escapa antes de continuar —Cuando vengan a vernos les recomendaremos que traten mejor a sus invitados.

—Qué mala es su hospitalidad, les daré 0 estrellas cuando haga mi critica en internet de los lugares que hay que visitar en Siria — bromea y se atraganta con su propia saliva.

La puerta de metal chilla y se abre de golpe, dejando entrar un poco de luz de lo que parecer ser un pasillo.

Un hombre está parado en la puerta, pero las sombras que su propio cuerpo hace, al estar contra la luz, no me dejan verle el rostro.

—¿Cómo están? —su voz ronca pero irreconocible, me produce escalofríos.

—Bien, pero hemos estado mejor — le contesto con ironía.

—¿Quién es usted? — le pregunta Selma.

—Perdón no me he presentado, soy el hijo mayor de Bahir Hassam — contesta y su voz sigue sin gustarme, me da un muy mal, demasiado mal presentimiento.

—Perfecto, otro loco psicótico — le contesta Selma y él se echa a reír.

—Es normal que piensen eso de mí, y eso que aún no empiezo a hacer mi trabajo — no quita ese tono burlón de sus palabras.

—¿Qué trabajo? — soy yo la que ahora se atreve a preguntar.

Se mueve desde las sombras y enciende la luz del lugar, cierro los ojos de golpe, porque me deja ciega.

Me había acostumbrado tanto a estar en la oscuridad que la luz me cegó de golpe.

Escucho sus pasos acercándose, pero aún no puedo abrir los ojos — Me dicen el "verdugo" — intento abrir los ojos parpadeando varias veces hasta que me voy acostumbrando —Y me ordenaron hacerle pagar su insolencia y pecado — cuando dice esas palabras, le miro el rostro; es joven, de unos 25 años. No tiene barba, pero las cejas son abundantes, tiene un ojo blanco y uno negro.

ARRITMIA ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora