Capítulo 18

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La sala forense era quizás; uno de los lugares más fríos y morbosos que una persona podría llegar a conocer. La habitación debía de estar a una temperatura especialmente fría para conservar los cuerpos sin que estos se pudran lo suficientemente rápido para perder la evidencia; los instrumentos de corte y disección, la gélida mesa de metal, los compartimientos de cadáveres... Era un lugar donde no cualquiera podía entrar y mantenerse sosegado.

Pero para Jyushimatsu, este era su santuario, su lugar de trabajo. Hace mucho que se había acostumbrado al frío del lugar, a los instrumentos que ya manejaba con precisión; e incluso lograba mantenerse objetivo a la hora de recibir un cuerpo.

"Somos lo último para aquellos que ya no pueden hablar; somos quienes damos voz a quienes han callado para siempre". Aquella frase la había escuchado de uno de sus profesores y se le había quedado grabada a fuego en la memoria. Es por eso por lo que siempre mantenía un cuidado casi maternal a la hora de trabajar.

El cuerpo de Yoshikawa Seiichiro estaba en su mesa de trabajo; la piel y los huesos fueron cortados para llegar hasta los órganos y ver el daño interno. El cuerpo abierto de par como si fuera una caja era una vista perturbadora pero a la vez fascinante.

--Ahh, no tuvieron piedad contigo—Susurró sonriente viendo los ojos sin vida; mientras retiraba el corazón para examinarlo.

La puerta se abrió para dejar entrar a Ichimatsu que llevaba guantes y una bata de sanidad; se lo notaba descontento con aquellas prendas pero ya había cometido una vez el error de ingresar en la morgue "sin ningún tipo de cuidado". Jyushimatsu podía ser la persona más amable y paciente del mundo; pero no debías cruzar la línea con su trabajo.

Una semana con la ley del hielo fue suficiente para hacerle entender al detective que debía de ser respetuoso a la hora de entrar en aquel lugar lúgubre lugar. Aun así; a pesar de su tosco aspecto, seguía sintiéndose incómodo y hasta asqueado al ver a su pareja trabajando con diligencia entre sangre y vísceras.

No es qué le impresionaba el cadáver en sí; había visto muchos cuando trabajaba en Tokyo y más aún cuando seguía el caso de Shiryu. Al igual que Hanzel y Gretel dejaban un rastro de migajas; Seiryu y Pinryu dejaban un reguero de cadáveres que siempre quedaba en la nada.

Lo que le causaba impresión al experimentado detective; era precisamente el procedimiento forense; los cortes, retirar los órganos y los fluidos, era morboso y horrible a partes iguales. Una vez ingresó a la morgue cuando Jyushimatsu estaba trabajando con un "inflado", un cadáver que llevaba semanas en un pozo de agua, le tomó semanas y horas de baño con limón para quitar ese horrible hedor que se le había impregnado hasta por debajo de las uñas.

Carraspeo un poco al acercarse y evitando mirar el cuerpo; Jyushimatsu le devolvió la mirada aun sosteniendo el corazón.

--¿Tienes algo para mí?-- Reunió fuerzas para dar un rápido vistazo a la caja torácica del occiso; intentando no demostrar lo mucho que le afectaba aquella vista.

Jyushimatsu asintió y dejó el corazón sobre una balanza --Ven y observa esto-- Tomó la lámpara que estaba sobre la mesa y la acomodó de forma que el cuerpo quedará más iluminado; siendo ignorante del estado de ánimo del detective que hizo una mueca lamentable pero acatando sus palabras.

Jyushimatsu cerró la parte del tórax con la piel como si fuera un simple muñeco al que le colocas la ropa --Múltiples contusiones hechas pre-mortem en la parte superior del cuerpo y rostro; las costillas 2 y 3; la nariz y el pómulo están rotos-- Señaló con cuidado las áreas afectadas donde los moretones violetas y rojos se hacían presentes.

Ichimatsu tuvo que tragar grueso para reprimir la arcada que acababa de darle la vista del trabajo forense.

Ambas manos del oji ámbar subieron hasta la cabeza del occiso, más específicamente hacia la boca donde la abrió con cuidado --Faltan varios dientes y la lengua; al juzgar por la cantidad de sangre, se las arrancaron mientras aún estaba con vida--

SeiryūDonde viven las historias. Descúbrelo ahora