Definitivamente no iba a volver a dormirse de nuevo, aquellos vividos recuerdos taladraban su mente de forma persistente ¿cuanto ha pasado desde eso? ¿serán unos 8 años? Vaya... 8 malditos años, como pasa el tiempo cuando eres alguien ocupado.
Quiso dejar de pensar es estupideces y volvió a su realidad estirando sus entumecidos músculos y dirigiéndose a la ducha por un tranquilizante baño, su abuela le había enseñado a utilizar algunas de las flores y hierbas de la tienda para preparar aceites y cremas para lavar su cabello o hidratar su piel haciéndole ver radiante de manera natural y económica.
Era un dato útil al borrar alguna cicatriz u ocultar sus ojeras que el cansancio producía, además que dejaba un exquisito aroma que ciertamente ayudaba a atraer clientes, las caras bonitas venden después de todo.
Se colocó su sudadera azul marino, pantalones ajustados, tenis viejos y su típico delantal celeste para salir por la puerta delantera que conectaba con su tienda.
Desde los cristales de los grandes ventanales se veía un cielo gris de nubes pomposas anticipándole lo frío que sería aquel día, se arremangó la sudadera antes de abrir la entrada de su florería sintiendo la humedad del ambiente chocarle en el rostro.
Como de costumbre sacó algunas bancas que llegaban un poco mas arriba de su cabeza con distintos topes en donde colocaba baldes llenos de bellas flores de todo tipo, retirando aquellas que ya estaban lo suficientemente podridas para ser inservibles.
Exhaló ante el frío viendo su propio aliento disiparse en el aire, las calles eran poco transitadas y solo se veían viejos madrugadores y estudiantes dirigiéndose a su escuela apurados, algunos le saludaron y este les respondió amablemente, no era tan forzado esta vez, puesto que con ese clima seguramente no abría mucha clientela que aguantar.
Sin embargo podría decirse que eran sus días favoritos, generalmente en esos días pasaba el día en paz viendo noticias llenas de tragedias mientras hacía arreglos de flores de distinto tipo con un cigarro en su boca y una taza de café cargado a un lado.
El periodista en pantalla, un hombre de buen porte y educado, hablaba sobre un par de incidentes en la gran ciudad, un suicidio por parte de un estudiante de preparatoria debido al incesante acoso de sus compañeros y una balacera en el distrito oeste de la ciudad por parte de algunas bandas yakusa. Frunció el ceño, según los investigadores se trataba de una lucha por un territorio comercial muy discutido entre mafias poderosas que había dejado varios muertos y heridos en escena, simplemente una matanza horrible que incluso había cobrado vidas de civiles inocentes.
Hacia mucho tiempo que algo así acontecía, si bien hace algunos años era muy común ver esta clase de situaciones, incluso con menos personas, la presencia de la mafia japonesa quería moverse sin tanto jaleo, un método que, hasta ahora, había funcionado para su sorpresa.
Dio una profunda calada a su cigarrillo sintiendo como la nicotina invadía sus pulmones dándole una sensación de tranquilidad. El reportero seguía hablando de fondo comentando que eran muy raros los movimientos que la mafia estaba haciendo y que sin duda se estaba acercando. Ante eso último un ligero tic apareció en su ceja, suspiro sonoramente para luego apagar el televisor
Las palabras de aquel reportero resonaban en su mente como un incesante martilleo. Era oficial, no estaba teniendo muy buena racha, primero los malditos recuerdos de un pasado ya "olvidado" venían a la noche robándole horas de sueño y ahora aquella leve amenaza que se sentía en el aire.

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Seiryū
FanfictionLa florería es un bello lugar lleno de colores, aromas, relajación y belleza. Pero la máxima atracción y fuente de atención es sin duda el joven que trabaja allí. Un misterio se esconde tras esos preciosos orbes azules, el pasado es generalmente una...