Capítulo 7

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Hubiese querido decir que estaba preparado para aquel momento, sin embargo era todo lo contrario, un escalofrío recorrió su cuerpo siendo perfectamente disimulado por su apático rostro al admirar esos candentes ojos escarlata liberar esa exuberante pasión que solo él podía tener.

Estando envuelto en ese costoso traje negro de primera marca, camisa de un rojo italiano vivo y corbata desajustada para tratar de darle un aire más casual a su atrayente apariencia.

Ese delicioso perfume de canela y manzana se esparcía opacando el olor a las flores de la tienda, le asfixiaba, no podía evitar sentirse algo mareado por la dulzura del aroma. Odiaba admitirlo pero aquel desagradable sujeto se mantenía bien, tenerlo en frente le hacía sentir que el tiempo nunca pasó, antes le hubiera rogado de rodillas a cualquier ser o fuerza sobrenatural que así fuera, que el tiempo retrocediera, que le dieran una segunda oportunidad. Pero el oji azul sabía que esa clase de cosas no suceden en la vida real y mucho menos a personas como él.

Una mueca de disgusto no se esperó en aparecer en su propia boca aumentando aún más el rechazo que expresaban sus gélidos ojos claros. Y aún así... contra todo pronóstico... ese sujeto osó esbozar una suave sonrisa dirigida sólo hacia su persona.

--¿Qué demonios haces aquí?— Fue lo único que se atrevió a preguntar, puesto que convenientemente cualquier respuesta que podría darle era excusa como para echarle a patadas si era necesario, entre menos le viera la cara sería mejor para él.

--Reencontrándome con un cachorro que se me escapó-- Dice soltando una pequeña risa que solo logró enojarlo aún más.

--Tch... ¡Déjate de jugar! No sé a qué has venido exactamente, tampoco me interesa saberlo, pero lo último que quiero en estos momentos es tener tu asquerosa presencia cerca ¡lárgate de una vez!—

Este elevó su cabeza sacando esta vez una sonora carcajada con ambas manos en sus caderas, inmediatamente le miró negando con su cabeza –Oh cariño, me encanta que no hayas perdido esa filosa lengua tuya, a pesar de estar en una situación tan denigrante —Dijo con un toque de ironía en su voz --Aunque me siento dolido... por una vez en mi vida que he querido hacer las cosas bien y tú me mandas a la mierda ¿no crees que es un poco injusto?--

El florista apretaba con fuerza sus manos logrando que los nudillos se volvieron blancos, si tuviera las uñas más largas sin duda se habría lastimado al punto de producir media lunas sangrantes –Alguien como tú no puede hablar de lo que es justo y lo que no, si fuera por mi te hubiera llenado de plomo esa vez en lugar de a tus hombres, Osomatsu— Responde arisco, asqueado por el solo mencionar su nombre.

--¿Y cuál hubiera sido el motivo? Recuerdo que íbamos muy bien hasta ese momento, fue un pequeño contratiempo de la situación que te hizo perder la cabeza y huir como una rata creyendo ingenuamente que estarías libre de todo— Alegó esta vez más serio, cosa que hizo estremecer y enfurecer al oji-azul.

--¿Pequeño... contratiempo?-- Susurró en voz baja con los hombros temblando –¡¡¿Pequeño contratiempo?!!— Gritó enfurecido mostrando los dientes, la dulce, pacífica y serena imagen del florista había desaparecido, lo que estaba presente no era más distinto que una bestia enfurecida y aquel hombre de ojos carmesí parecía estoico como si fuera su domador –¡¡No me jodas!! ¡Fue por tu maldita culpa que...!— No pudo continuar, había perdido la voz de pronto y sin explicación alguna, sus músculos antes tensos se fueron relajando dando paso al de traje negro acercarse un poco más sin reprimirse a respetar el espacio personal del contrario, aunque hacerlo no fue jamás su estilo. Con algo de cautela estiró su brazo con la intención de alcanzar y atrapar a quien tenía enfrente... después de tanto tiempo y aunque solo fuera tocar efímeramente su piel, sabía que con ese roce se sentiría menos ansioso de lo que estaba en ese instante.

SeiryūDonde viven las historias. Descúbrelo ahora