Capítulo #9: Garras

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Para Po le era muy intrigante que esa pasajera hablara tanto.

Definitivamente debía ser aquella niña llamada Daniela Calle. La niña de la pelota de golf, la niña que siempre estaba intentando alimentarla y la niña que la presentaba como "mejor amiga".

Po continuó el recorrido mientras observaba de vez en cuando a la pasajera a través del retrovisor.

-¿Tienes hijos? -La pasajera cuestionó.

-No. -Po jamás se había planteado el hecho de tener descendientes.

Desde su nacimiento, Po había sido educada para ser guardián impidiendo mayor interacción con el resto de Wakungs por lo que la única imagen familiar era Seb.

-Antes de que ocurriese, yo igual no quería. Bueno, quizás más adelante sí, pero así tan temprano no.

-Entonces, ¿por qué tienes un... hijo?

-Supongo que me creí todo eso del amor y un futuro juntos. Futuro que solo duró tres meses.

Po no tuvo que analizar mucho para saber a qué se refería.

-Desertó el progenitor de tu hijo.

La pasajera miró extrañada a la taxista ante las palabras elegidas para resumir que el padre de su hijo se había marchado.

-Sí, pero es mejor así. Lo que no sirve se bota. Ahora tengo un hermoso hijo que orgullosamente lleva mis apellidos.

Po dejó de responder. No habían dudas que ella era aquella niña confiada.

El taxi amarillo se detuvo frente a un pequeño edificio con notables años en su fachada.

-Aquí... su destino. -Indicó Po y la pasajera suspiró con una sonrisa en su rostro.

-Un gusto haberla conocido. -La pasajera extendió su mano con unos dólares en ella, pero Po la ignoró. -Tómalos, son tuyos. -La pasajera dejó el dinero en el asiento del pasajero y se bajó del taxi.

Po esperó a que la pasajera entrara al edificio y se bajó.

Tenía una misión que cumplir.

Observó con detenimiento el edificio y cerró los ojos. Era un excelente momento para usar su aguda audición.

Tuvo que batallar un poco con todo lo que escuchaba para poder localizar a la pasajera. Bocinas, timbres, conversaciones, motores, música, el timbre de un ascensor e incluso el agua que caía a través del desagüe del edifico cruzando la calle.

Unas pisadas firmes se escucharon junto al tintineo de un llavero.

Po se centró en ello.

La pasajera llevaba botas y un llavero.

Una puerta se abrió y se cerró.

-¡Mami! -La dulce voz de un niño.

-¡Mi vida! -La voz de la pasajera.

Po abrió los ojos y localizó una de las ventanas del apartamento de donde provenían las voces de la pasajera y de su hijo.

-¡Oye, tú! -Un grito saco de concentración a Po quien volteó para ver a un hombre acercarse de manera amenazante.

-¿Necesita que lo transporte a algún lado? -Cuestionó de manera serena Po y el sujeto se detuvo a escasos pasos de ella.

-¿De quién es este taxi? -Preguntó el sujeto que no aparentaba buena pinta.

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