Capítulo #22: ¿Ofrenda o regalo?

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Por alguna extraña razón la Cazadora quería defenderse de lo impropio que Calle decía.

¿Quién se creía Calle para insinuar que un Wakung pudiese tener esos instintos tan grotescos?

Pero... por alguna extraña razón Po cerró los ojos intentando calmar su ser. No era el momento de sacar a pasear a la Cazadora por más grotesco que pareciera. Poché estaba ahí contra su voluntad, su instinto llevaba días arrastrándola hasta Calle.

¿Por qué no solo podía ignorar a la Bombera? ¿Por qué simplemente no ignoró aquel grito?

Cuatro días atrás...

La Cazadora sostenía por el cabello a su presa, la sonrisa de la Cazadora era brillante y el destello en sus ojos daban fe de que había sido entretenida la casería esta vez. Los ojos, el rostro, el cuello, brazos y puños tenían ese anaranjado latente. Aunque no brillaban, se podía notar el color en ella.

-¡Mátame! -El hombre gritó tras escupir parte de la sangre que se acumulaba en su boca.

La Cazadora levantó su puño demostrando como su ser estaba presente.

¡Ayuda!

La cazadora detuvo el viaje que llevaba su puño hacia el rostro del hombre.

-¿Calle? -Susurró mientras cerraba sus ojos.

¡Es todo suyo!

Po sabía que algo andaba mal, sabía que Calle estaba en peligro, pero tenía a un hombre aún frente a ella.

-No te libras... solo me aseguro que mi lista la complete yo misma. -Po le habló al hombre tras arrojarlo contra un troco parcialmente cubierto por nieve haciendo que se desmayase al instante.

Po siguió su instinto y el sonido que había ubicado. Aunque iba de techo en techo a una velocidad digna de un Wakung, su corazón estaba agitándose más de lo que debía.

¿Qué tenemos aquí?

Poché apareció sobre dos techos antes de mirar en el tercero y sentir como una pequeña corriente eléctrica surgía de su ser al ver que Calle estaba tan indefensa.

-Humanos... -Susurró la Cazadora con un sonrisa antes de caer a la escena.

En fracción de segundos, dos hombres había sido arrojados contra la pared bestialmente. Un tercero recibió varios golpes culminados con un choque de su pierna contra la de la Cazadora saliendo perdedor en la ocasión.

-Vamos... -La Cazadora tomó a los dos hombres restantes por el cabello, la bolsa que Calle había arrojado y desapareció.

Los dos hombres cayeron en la nieve llenos de pánico.

La Cazadora se quitó la chaqueta de cuero que tenía y la arrojó a un lado, tenía a tres presas con las que entretenerse aunque uno ya estaba tocando las puertas del cielo.

-Tú... ¿qué tenemos aquí? -Po le habló al último hombre que quedaba allí con vida con el mismo tono que él le había hablado a Calle. -Para desgracia de ti y de tus otros amigos... eligieron meterse con la única humana que hace que yo no los extermine a todos... aún. Nadie la va a tocar, mi ira... -Po sostuvo el rostro del hombre y lo hizo verla directamente a los ojos. -Mi ira no es ni la cuarta parte de lo que le ha tocado a ustedes.

La Cazadora sonrió triunfalmente cuando los dos osos pardos se encargaron del resto.

Po apareció en una pequeña y decaída cabaña en la nieve y miró su aspecto cuando entró al baño.

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