Cuando quieras quiero

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- Narra Mónica -

_ Si, pero primero come. Yo te espero en el salón.

_ Eso alcanza para las dos, siéntate.


- Cual perrito regañado me fui hacia la mesa luego de que ella muy sutilmente quitara mis manos de su cintura. Comimos en silencio mirando a cualquier lado de la casa, cuando acabamos ni siquiera dejó que llevara los platos al fregadero. Se levantó y me hizo señas con las manos que nos fuéramos al sofá.


_ Te escucho. - Dijo sentándose en el extremo. Sin anestesia, directa como siempre.

_ Dios, no me mires así que me siento en el paredón. - Intenté aflojar un poco la tensión pero no hizo ningún gesto, ni cambio. - Sé que mis actos en los últimos días pueden dar idea de lo contrario, Vane. Pero si de hay algo de lo que estoy segura en esta vida es que amo el chocolate y de nuestra relación. - Ahora si logré sacarle una pequeña sonrisa, pero aún seguía en posición de batalla.- No te rías que hablo en serio.

_ Entonces no me hagas reír y habla en serio.

_ Es que lo digo de verdad, siento muchísimo no haberme sabido expresar y darte a entender otra cosa, también siento haberme metido en tantos compromisos que limitan aún más el tiempo que tenemos pero te lo juro que lo hice sin pensar, por impulsiva, porque en el momento me parecieron ofertas que serían buenas para mi carrera sin detenerme a pensar más allá de ello y cuando ya lo pensé no podía echarme para atrás, mi palabra vale más que cualquier papel firmado.

_ Dijiste que te gustaría tener una relación normal.

_ Lo sé, lo que quise decir es tener tiempo para nosotras, una rutina, un día a día, pero en ningún momento se me ha pasado por la cabeza cambiar o dejar nuestra relación, creo que nunca me había reído tanto ni lo había pasado tan bien con una pareja como contigo.

_ ¿Pero estás clara que esto va seguir siendo así? Nuestros trabajos son lo que son, Mónica. Ahora eres tú la que está a tope, en unos meses voy a ser yo.

_ Por supuesto que estoy clara en eso, lo sé desde que te conocí y sé que entre las dos nos vamos a organizar lo mejor posible, esto me va servir de experiencia para pensar mejor las cosas antes de tomar una decisión.

Ese día me sentía muy agobiada, pensar en los muchos días que llevábamos sin vernos aún sabiendo que tu estabas aquí por mí, pudiendo estar en Málaga con tu familia y tus perros.

_ Yo estoy aquí por qué quiero, tu no me has pedido nada.

_ Pero las dos sabemos que en otras circunstancias tu estarías allá y vendrías nada más cuando fuera necesario.

_ Posiblemente, pero yo he elegido estar aquí. Mi circunstancia ahora es esta, eres tú en mi vida y si además de tus compromisos yo también me voy a otra ciudad ahí si no nos vamos a ver nunca.

_ ¿Ahora entiendes a lo que me refiero? Por esto mismo es que estaba tan agobiada, por sentir que tú estás al 100 por las dos y yo aceptando trabajos como loca por caprichos, la radio podía esperar, Juan Ramón habría entendido si le decía que con los dos informativos estaba muy ocupada.

_ Pero es que a mí no me molesta que trabajes, a ti te apasiona lo que haces, ese segmento te hace mucha ilusión y lo haces de maravilla. Por supuesto que me jode que nos quite tiempo del poco que tenemos, pero jamás te voy a reclamar o pedir que dejes de hacer algo que te gusta por estar juntas. Es solo cuestión de que le agarres el punto y puedas organizarte.

_ No sabes cuánto te agradezco que me apoyes en todo, no imaginas lo importante que es para mí. Y eso he estado haciendo, de algo ha servido estos horribles días sin ti. Aún me falta, debo a conciencia armar una agenda de trabajo para no llevarme nada a casa. Pero por favor ya no estés enfadada conmigo ni me sigas mirando así.

Entre acordesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora