Hábito de ti

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- Narra Mónica -


El ruido del despertador sonaba insistente pero no había forma de moverme, seguíamos en la misma posición en la que nos quedamos dormidas, apreté la mano que tenía enlazada a la mía y la llamaba pero ella ni se inmutaba, a la tercera vez que sonó empezó hacer esos ruiditos de niña mimada que usa cuando quiere dormir un poco más y ahí logré que se moviera para apagar la alarma, quedó boca arriba llevándose la sábana dejándonos a las dos destapadas regalándome unas vistas maravillosas de su cuerpo, pero era tarde y mi familia nos estaba esperando.

Así que me levanté me puse una camiseta y fui a la cocina a poner la cafetera, mientras volvía a la habitación busqué la ropa y me metí a bañar, creí que al escuchar el ruido del agua se levantaría a invadir mi espacio y compartir la ducha pero realmente seguía profundamente dormida, al salir ya vestida me senté a su lado, después de zarandearla por largo rato y darle muchos besitos por toda la cara logré que se levantara, saqué de su maleta la ropa que se iba a poner y dejé la del vestuario del concierto en la entrada, junto con mi bolso y las carteras.

En cuanto salió de la habitación le di su café en un termo para que se lo fuera tomando en el camino, tenía incontables llamadas y mensajes de mi hermano y mis papás, no me quiero imaginar la cantidad de bromas que nos van hacer al llegar.


- Narra Vanesa-


Todo el camino desde su casa a las de sus papás, Mónica fue rechistando que íbamos tarde que nos iban hacer bromas, que seguro pensaban que estábamos follando, etc, etc, etc y a mí lejos de molestarme me hacía gracia. Así que fui molestándola todo el tiempo.


_ Es tu culpa, admítelo. Si nos hubiéramos dormido más temprano no me habría costado tanto despertarme, pero te entran esos arranques pasionales, y ¿Qué puedo hacer?, no me dejaste dormir, Mónica ¡Y lo sabes!

_ Tendrás cara, ¿Yo, Martín? ¿Yo no te dejé dormir?

_ Tú, cada vez que me estaba quedando dormida empezabas hacerme cariñitos y yo no soy de piedra.

_ Pero si casi todas las veces fuiste tu, de hecho yo ya estaba casi dormida cuando a traición, por la espalda volviste atacar.

_ Pero es culpa tuyaaaaaa


-Gritábamos como niñas pequeñas que pelean por un dulce, quien nos viera pensaría que realmente estábamos discutiendo cuando las dos hacíamos un esfuerzo sobrehumano por no reírnos-


_ ¿Pero por qué mi culpaaaaa?

_ Te pones de espalda enseñándome ese trasero tuyo, me tomas la mano y me la llevas justo debajo de tus tetas, que sabes que son mi perdición, haces ruiditos sexys mientras te toco en cabello, ¿Que queriasssss que hicieraaaaa?


- A medida que hablaba se iba poniendo roja, se reía con vergüenza y yo ya no pude más que soltar la carcajada, así estuvimos riéndonos hasta llegar a casa de sus papás cada que nos calmábamos empezábamos a reírnos de nuevo, era un no parar ya nos dolía la panza a las dos de tantas carcajadas sin contar que ya traíamos agujetas de la nochecita que pasamos.

En cuanto estacionamos los niños salieron corriendo a recibirnos y nosotras seguíamos sin poder parar de reír, ellos estaban felices de vernos así que empezaron a reírse también, detrás de ellos salieron mis suegros y se quedaron viéndonos un rato sin decir nada hasta que acabaron riéndose también sin saber la razón de las carcajadas.

Entre acordesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora