|39|

550 45 2
                                    

-Que silencio...todo está muy tranquilo...¿qué es este lugar?-.

-Estás en el prado, donde se cruzan todos los caminos- la voz de alguien llamó su atención, se giró para ver a aquella persona sin importarle que estuviera desnuda.

-¿Argentea? ¿Eres tú?- intentó avanzar hasta ella pero fue en vano, parecía no moverse del sitio.

-Debes cerrar los ojos y descansar, debes volver a la realidad, tu momento aún no ha llegado-.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Qué ha pasado?- miró a su alrededor confusa.

-Zeke te dejó fuera de combate, haz lo que te pido, cierra los ojos y duerme-.

-¿Zeke?- de repente una fuerte ola de recuerdos golpeó su mente, recordando todo lo que había pasado fuera, recordando la dolorosa traición de aquel hombre y el daño que le había hecho al acorazado. -Yo...él me ha hecho...tanto daño Argentea- la miró con lágrimas en los ojos.

-Lo sé, por eso duerme y recupérate de tus heridas-.

-Reiner y yo...tuvimos que separarnos por su culpa, me hizo creer que él me traicionó...-.

-Lo sé, todo lo sé, por fa- fue interrumpida.

-Yo...juré que le mataría, mis compañeros me necesitan ahí fuera, debo...luchar- abrió sus ojos llenos de ira.

-No, no debes luchar, debes descansar- su voz era nerviosa.

-No voy a permitir, que salga de aquí con vida, lucharé con todas mis últimas energías- miró su mano.

-Detente, eso no es lo que te estoy pidiendo!-.

-Cállate, tú...tú dijiste que yo era un monstruo- miró con rabia hacia aquella mujer tan parecida a ella.

-Todos los Apath somos monstruos! No lo dije para herirte!-.

-¿Qué somos monstruos? ¿Monstruos por querer saber usar el Stampede? ¿O porque ya sabemos cómo usarlo?- aquella pregunta hizo que a la mayor de las Apath se le encogieran las pupilas.

-Alto! Tú no lo sabes! No hagas algo así!-.

-Entonces descubriré la forma de usarlo, todos van a conocer...a este monstruo- sus ojos brillaban con un intenso rojo, empezaba a perder el control de sus pensamientos y palabras.

-Por favor no lo hagas Strelizia!- intentó acercarse pero unos fuertes rayos amarillos y rojos que salían del cuerpo y los ojos de su hermana se lo impedían.

-Sal de mi cabeza, no quiero verte ni escucharte- una luz amarilla empezaba a brillar desde el interior de su cuerpo.

-Detente por favor!-.

-Ese traidor, se va arrepentir de haber nacido en este mundo...-.

-Ymir! No permitas esto por favor! Ymir!- gritó hacia lo que parecía ser el centro de aquel lugar, donde una gran fuente de luz iluminaba todo, allí se podía ver la silueta de una niña.

Flor de Acero | *Reiner Braun* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora