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-¡Comandante! Tenemos malas noticias, ¡es una emergencia!- un hombre con traje militar elegante y de tela fina entró a la sala donde aquel comandante, se reunía con otras personas de altos mandos. Todos miraron con sorpresa y confusión a aquel hombre esperando una respuesta a su repentina de llegada, ni siquiera había pedido permiso para entrar.

-Habla soldado- hizo una mueca, que un simple soldado interrumpiera su partida de ajedrez le sacaba de quicio.

-Señor, ¡La portadora del titán de acero ha sido devorada por unos desconocidos!- todos quedaron boquiabiertos, sus caras palidecieron y el terror de apoderó de ellos casi al instante.- ¡Un grupo de criminales asaltó su vivienda y uno de ellos transformado en titán se la comió y huyó! ¡Toda la calle fue testigo!-.

-Llamen inmediatamente a todas las fuerzas militares y detengan a ese criminal, no podemos permitir perder al acero, ¡Todo el mundo a sus puestos!- ordenó aquel comandante.

Aquellos marleyanos que usaban su tiempo de trabajo en juegos de mesa salieron disparados de aquella gran sala lujosa, con techos altos y lamparas brillantes, sin duda cualquier persona pensaría que se trataba de un palacio. La calle era un caos, montones de personas corrían de un lado a otro, otros lloraban, otros gritaban, y se podía oír a una mujer que gritaba: "¡se la ha comido, lo he visto con mis propios ojos!". 

Escoltas y todo tipo de grupos militares recorrían la calle y cada uno de sus callejones en busca de los responsables de aquel escándalo, las alarmas habían saltado en todo Liberio, buscaría hasta debajo de las piedras si era necesario.

Perder uno de los diez poderes sería una humillación para Marley.

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2 días antes del robo

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-Oye Annie-.

-...-.

-¿Qué crees que se sentirá al mover un titán? Nos lo han explicado muchas veces pero yo sigo sin entenderlo, ¿es cómo mover el brazo? Lo mueves pero no sabes cómo-.

-Yo tampoco tengo idea, ¿me ves con cara de haber heredado ya algún poder?- hizo una mueca de asco.

-Qué simpática, solo tenía curiosidad por saber...- dibujaba en una especie de cuaderno pequeño.

-Lo sabrás cuando te toque algún titán, y ya deja de dibujar flores no tienes talento ninguno- la chica rubia y de piel pálida miraba de reojo los dibujos de su compañero.

-Estoy pensando en cuales coger cuando salga a los jardines, a Strelizia le encantan y pienso regalarle algunas-.

-Qué asco Reiner- la rubia se levantó del césped y se acercó a sentarse apoyada en uno de los árboles buscando alejarse de la compañía de aquel niño.

Aquellos jóvenes eran los candidatos a heredar los poderes de los titanes, eran 8 eldianos, sin embargo uno de ellos no sería seleccionado ya que solo había 7 titanes cambiantes disponibles en el ejército.

En una de la calles de Liberio una mujer de gran belleza caminaba a paso decidido, su pelo estaba rapado a los lados y corto por arriba de un tono casi blanco, sus ojos de un verde oscuro brillantes afilados mostraban desafío y tenía una altura promedio.

A su lado caminaba una niña con rasgos faciales muy parecidos a los de aquella mujer, con la diferencia que ella tenía el cabello por los hombros y sus ojos eran de un tono celeste, eran también afilados sin embargo reflejaban algo muy distinto, en ellos había dulzura.

Flor de Acero | *Reiner Braun* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora