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Esa extraña y cálida sensación cuando abres los ojos poco a poco después de un profundo sueño, cuando la luz te ciega pero te transmite paz junto con algo de confusión, así se sentía Strelizia en aquel momento.

El dolor de cabeza y la cegadora luz blanca no le ayudaban a averiguar dónde se encontraba, no recordaba nada ni sabía cómo había llegado ahí.

Un hombre se acercó hasta ella, sus ojos celestes se fijaron en que llevaba una bata blanca, supo al instante que se trataba de un médico, era un hombre bastante mayor y le resultaba algo familiar.

-Hola Strelizia, soy el doctor Jaeguer, seguro conoces a mi nieto Zeke- se acercó hasta quedar al lado de la camilla con una sonrisa en el rostro.

La peliblanca no contestó a sus palabras, solo le miraba confusa intentando recordar que es lo que había pasado y por qué estaba allí, en el hospital de la zona de internamiento.

-Estás en un hospital, te desmayaste y tenías muchas heridas, así que te trasladamos aquí, puedes estar tranquila, no son nada graves- revisó unos papeles que llevaba en la mano.

-¿Qué ha pasado?- preguntó mirando a su alrededor, al doctor hizo una mueca antes de soltar un suspiro.

-Veo que no te acuerdas, hubo un accidente en tu casa, un titán os atacó a ti y a tu hermana- habló apenado.

La sangre se le congeló al recordar todo lo sucedido de golpe, el hombre que le apuntaba con una escopeta, su hermana atada, el titán que entró a la casa...

-Argentea...- sus ojos se cristalizaron al recordar lo que había visto con sus propios ojos.

Ella estaba preparada para despedirse de su hermana mayor, tenía pensado todo lo que le diría antes del traspaso del acero, sufría cada vez que lo pensaba pero debía vivir con ello y seguir adelante, sin embargo las cosas fueron muy diferentes, no pudo decirle que viviría los trece años completos como ella, ni agradecerle por cuidar de ella toda su vida, ni siquiera abrazarla por última vez.

-Lo siento mucho...- habló el doctor.

-¿Los han capturado?- su voz colgaba de un hilo.

-No sabemos nada, supongo que irán tras él en estos momentos, pero no te preocupes, seguro los atrapan, no pueden llegar muy lejos- el doctor mostró una pequeña sonrisa para transmitirle seguridad a la niña.

Strelizia había pasado por un duro entrenamiento para ser guerrera, había ido a combates y había visto soldados morir, pero nunca había apreciado el terror de los titanes desde tan cerca y menos que Argentea fuera la víctima, la escena no paraba de reproducirse una y otra vez en su cabeza. 

-Sé que ha sido duro para ti, la vida es muy injusta, pero tranquila,  no estás sola, mi nieto Zeke y tus demás compañeros están muy preocupados por ti, vienen muchas veces preguntando si te has despertado- empezó a organizar algunos papeles que había sobre una mesita al lado de la camilla.

-¿Cuanto llevó aquí?- preguntó secándose las lágrimas.

-2 días, pero tus heridas están muy bien, solo faltaba que te despertaras, te traeran un té y algo de comer, después puedes marcharte, el Capitán Magath vendrá a por ti, fírmame aquí ¿vale?- le acercó una carpeta donde había un documento.

-¿El Capitán Magath?- preguntó mientras se incorporaba para tomar el boli.

-Si, tu hermana estaba a cargo de ti, hasta que no seas mayor de edad tienes que estar bajo el cargo de alguien, eso ya lo sabías puesto que a ella no le quedaba mucho tiempo de vida, él te dará los detalles-.

Lo que el médico le dijo era cierto, ahora estaba completamente sola, no tenía familiares y su casa estaba medio derrumbada, el ejército pensaba buscarle una familia de acogida cuando Argentea dejara el cargo hasta que cumpliera la mayoría de edad pero nada estaba decidido aún. ¿Qué iba a hacer ahora?

Flor de Acero | *Reiner Braun* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora