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Pieck barría el suelo lleno de polvo de lo que parecía ser una habitación grande, con muebles y un balcón. Desde que Strelizia se fue nadie había entrado más a la habitación, hasta que Pieck pidió permiso para ir a limpiarla y sanearla un poco después de tanto tiempo. Mientras lo hacía tenía el rostro lleno de lágrimas. La pared de la cama estaba llena de dibujos a papel, entre ellos Colt y Falco.

-Falco se ha convertido en un todo campeón, pronto será guerrero Lili- hablaba sola.

Salió al balcón, con intenciones de echar agua en el bonito macetero que colgaba de la barandilla, lleno de las flores que Reiner le había regalado a Strelizia y que ella mantenía con vida. Pero al acercarse, solo pudo ver los restos marchitados y secos de estas, habían muerto seguramente hace mucho tiempo. Entró de nuevo apenada y comenzó a mover el escritorio para barrer tras él, pero al hacerlo un lienzo cayó al suelo.

-¿Qué es esto? ¿Un cuadro?- levantó del suelo el cuadro, mirándolo con sorpresa.

Era el cuadro que había pintado de Reiner hace unos años junto al río, cuando por primera vez vio su cuerpo sin ropa. Pieck soltó una pequeña sonrisa al darse cuenta de la situación, sacudiendo el polvo que tenía el cuadro.

-Pieck, llevas mucho rato ahí, descansa un poco- Porco se asomó por la puerta, viendo también el cuadro.-¿Es Reiner? No me digas que-.

-Posó para ella- Pieck dejó el cuadro apoyado en la pared.

-¿A qué altura llegó la relación de estos dos?-.

-No lo sé, pero estoy segura de que no era ninguna tontería-.

-¿Por qué no le damos el cuadro a Reiner cuando se despierte?-.

-Sería lo mejor- Pieck estaba bastante apenada, no podía parar de pensar en la condena de su amiga, no podría volver a verla nunca más. Porco se acercó a ella abrazándola.

-Solo nos queda aceptarlo y seguir adelante, la voy a echar mucho de menos- su voz era temblorosa.

-Pokko...- murmuró para después comenzar a llorar desconsolada.

Tras unos minutos abandonaron la habitación, reuniéndose en la entrada del cuartel con Zeke y Colt.

-Pieck, ¿no piensas dejar de llorar?-.

-¿Cómo puedes tomártelo con tanta calma? ¿No te importa en absoluto verdad?- gritó furiosa a su jefe.

-Pieck relájate, es el Jefe- Porco le regañó con
preocupación.

-Siento mucho lo de Strelizia pero si no se puede hacer nada no podemos hundirnos a llorar su muerte, hemos perdido a muchos guerreros-.

Colt apretaba sus puños con fuerza.
-¿Cómo le digo esto a Falco?- murmuró.

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Strelizia estaba acurrucada en la cama, sin sábanas que pudieran cubrirla, llevaba un vestido blanco de tirantes por las rodillas viejo, sucio y roto, sus pies estaban descalzos. Sus rostro era serio como de costumbre, miraba fijamente la pared. Solo le quedaban unas horas de vida, y  estaba ansiosa porque se acabaran. Escuchó varios pasos y fijó la vista en las rejas de su celda. Frente a ella se detuvieron dos soldados, ambos de grandísimas esstaturas, uno de ellos más que el otro.

-¿Tú eres Strelizia?- uno de ellos habló, pero su voz no le encajaba.

-Si- se incorporó levantándose, sabía que la sacarían de ese lugar para trasladarla a su deseada muerte.

-Te vienes con nosotros, y por favor, no desobedezcas, ponte esto- el otro soldado habló y le lanzó un uniforme, él cuál parecía ser un uniforme de la unidad férrica. Ella se lo puso con rápidez algo confundida.

Flor de Acero | *Reiner Braun* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora