Las mentiras tienen patas cortas, es algo que todo el mundo sabe o sabrá tarde o temprano, ya sea mintiendo o siendo la víctima de aquellas palabras disfrazadas con una falsa realidad.
Aún así, nadie se salva de esas palabras engañosas. Todos alguna...
Un joven pelirrojo se preguntó hacia sus adentros, moviéndose de un lado a otro con cierta impaciencia y ansiedad. Estaba parado en una esquina cerca de su hogar, sitio en el que había arreglado con cierta personita para encontrarse y poder caminar juntos al skatepark que solía concurrir.
Desde lejos, pudo visualizar una figura femenina correr en su dirección. A medida que se acercaba, pudo reconocerla. (...) llevaba colgada una mochila en sus hombros mientras sostenía un par de patines en la mano izquierda.
—¡Reki!—lo llamó en un tono de alivio, reduciendo su velocidad una vez que lo tenía en frente—. Perdón por la tardanza.
El chico notó por su respiración agitada y ligero sudor perlar su frente, que estuvo corriendo varias cuadras. Agregando que portaba una expresión tensa, Reki percibió que algo había sucedido en el camino. O, en todo caso, antes de salir de casa.
—No te preocupes, de verdad. ¿Sucedió algo? —se atrevió a preguntar, frunciendo ligeramente las cejas.
Tomó una bocanada de aire para poder responder, buscando recomponerse.
—Nada importante, vámonos antes que oscurezca.
No se lo creyó, pero tampoco iba a presionarla. Era sabido que la respuesta sería esa, pero no quería quedarse sin intentarlo. A forma de consuelo, le dio un par de palmadas a la espalda buscando animarla, aprovechando a regalarle una radiante sonrisa, decorada con sus característicos brackets.
—¡Vamos, entonces! ¡Esta vez te voy a ganar!
La chica se cubrió los labios con el dorso de la mano, intentando ocultar la sutil sonrisa que el pelirojo le había provocado.
—Inténtalo, te voy a aplastar.
Reki se subió a su patineta y comenzó a deslizarse a una baja velocidad, lo suficientemente lenta para quer (...) pudiera seguirlo a pie.
—Ya lo veremos, chica de las ocho ruedas —se burló con diversión, provocando una reacción negativa en ella.
Temiendo ser agredido físicamente, incrementó la distancia que los separaba.
—No me llames así —frunció el ceño mientras aumentaba el ritmo de sus pasos, intentando alcanzar al chico.
—¿Sabes? No das tanto miedo como me dijeron —volvió a bajar la velocidad, colocándose a su lado.
—Hablamos hace una semana. Dame un poco más de tiempo y saldrás corriendo.
Un corto silencio los envolvió a ambos. Reki se limitó a observarla con curiosidad, por lo que ella siguió con la charla.
—A fin de cuentas, todos hacen lo mismo —balbuceó, jugando con las puntas de su largo cabello.
—Honestamente, sí eres algo seria —Reki comenzó a hablar, mirando hacia el cielo con un emblema sereno—. No hablas mucho y te enojas rápido, pero aceptaste patinar conmigo. No tengo razones para irme lejos de ti.
