Capítulo 12: ¡No lo hagas, Langa!

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La constante música del despertador hizo que (Nombre) se quejara en repetidos gruñidos

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La constante música del despertador hizo que (Nombre) se quejara en repetidos gruñidos. No tenía la intención de levantarse y apagar la tan molesta alarma, se encontraba en una posición demasiada cómoda como para siquiera abrir los ojos.

No sabía exactamente cómo estaba durmiendo, pero lo único que sabía con seguridad era que Reki la estaba abrazando, pudiendo sentir la nariz y suaves ronquidos de este en su cuello.

Este no había despertado aún por la molesta música, su claro cansancio provocaba que su sueño sea sumamente pesado. Ante esto, la chica volvió a gruñir con pesadez.

Abrió los ojos junto con el ceño fruncido, dirigiendo la vista directamente a la poca luz del exterior que entraba y, efectivamente, apenas estaba amaneciendo.

Sumamente extrañada, quitó al chico con delicadeza de encima suyo para así poder estirarse hacia el lugar donde su móvil estaba cargando. Al tomarlo y apagar el despertador, notó que esta señalaba las 06:00 a.m.

Era demasiado temprano, no se había dado cuenta de desactivar esa alarma que usaba para trabajar y ahora, por ese tonto despiste, no podía volver a conciliar el sueño.

Miró de reojo a Reki quien no tenía problema alguno de seguir durmiendo. Incluso le había dado la espalda y tomado todas las sábanas para él solo.

Hizo una mueca algo extraña pero, ignorando el hecho de que esa madrugada no había asistido al trabajo, se levantó de la tan cómoda cama y se fue de la habitación, dejando al joven Kyan solo.

Entró directamente al baño aprovechando que la casa no se encontraba en movimiento pero, al salir ya despabilada y peinada, se encontró con Masae Kyan, la madre de Reki.

—Oh, buenos días, cariño. ¿Qué haces despierta tan temprano?—preguntó la mujer, algo preocupada.

—Buenos días señora Kyan.—esbozó una pequeña sonrisa.—Como trabajo por la madrugada, estoy acostumbrada a estar despierta a esta hora.

Ambas comenzaron a caminar hacia la cocina, siguiendo con la plática.

—Ooh, no sabía que trabajabas. Reki no me contó nada así.

—Es porque no le conté.—elevó los hombros.—Aunque empecé hace poco para poder ayudar en casa con dinero extra.

La mayor abrió la boca para poder seguir hablando, pero su atención fue redirigida a una persona que apareció en escena, estando parada justo detrás de (Nombre).

—¡Hijo! ¡Buenos días!

Al escuchar esas tres palabras, la sangre de la Matsuda se heló por completo. Giró sobre sus talones, encontrándose con un Reki con los ojos cerrados, el ceño fruncido y sumamente somnoliento.

—¿Cómo que trabajas...?

—E-Eh...

Se había quedado en blanco.

Infinidad | Reki Kyan x Lectora ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora