Las mentiras tienen patas cortas, es algo que todo el mundo sabe o sabrá tarde o temprano, ya sea mintiendo o siendo la víctima de aquellas palabras disfrazadas con una falsa realidad.
Aún así, nadie se salva de esas palabras engañosas. Todos alguna...
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Un año después - nuevo inicio de clases.
La suave melodía de de "Good Old-Fashioned Lover Boy" comenzó a sonar cuando el reloj marcó las 06:30 a.m. La letra de la canción invadió cada esquina del cuarto, interrumpiendo el sueño de (Nombre) y haciendo que se despertara para apagar el despertador con cierta pereza.
Se sentó en el colchón y estiró todo su cuerpo a la vez que bostezaba, percatándose de los ligeros rayos de sol que salían de la ventana que estaba en su lado derecho.
Aún con algo de fatiga en sus músculos, se incorporó para salir de la habitación y dirigirse directamente al baño. Apenas ingresó, abrió el grifo de la ducha y muy gustosa se dio un baño para empezar el día, más concretamente, el primer día de clases.
Salió, se echó un par de cremas hidratantes, secó su largo cabello y con una bata puesta volvió a su dichoso cuarto, donde se colocó con suma paciencia el uniforme de la escuela.
Se sentía tranquila y con un muy buen humor, por lo que tarareando una dulce canción, bajó por las escaleras dispuesta a desayunar y así ir temprano a clases.
Cuando pisó el último escalón y elevó la mirada, su tan buen humor se esfumó a ver a sus padres parados frente a ella, en una posición que dejaba más que claro lo enojados que estaban.
—¿Mamá? ¿Papá? ¿No deberían estar trabajando?—preguntó muy extrañada, dándose cuenta que la mujer frente a ella tenía algo escondido detrás de las piernas, aunque no podía identificar qué era concretamente.
—¿Y tú no deberías estar patinando, con PATINES?—su respectiva madre ya con canas, reveló lo que tenía oculto, tirándolo con desgano en frente suyo y dejándolo a la vista de su hija.
—Es es... La tabla que me hizo Reki.—murmuró la menor, frunciendo el ceño aún con esa confusión en su rostro.
Su padre dio un paso al frente.—¿Qué te dijimos sobre las tablas, hija?—cuestionó en un tono de decepción que hizo que la castaña agachara la mirada.
—Estuviste saltándote las clases de patín durante meses, ¿cómo osas a faltarnos el respeto de esa forma?—la señora siguió hablando, elevando cada vez más la voz.
—Yo...—(Nombre) no podía hablar con fluidez, se sentía completamente acorralada.—No quiero ponerme patines nunca más.
—¿Eh? ¿Qué idiotez dices?—Mieko, la madre de nuestra (Nombre), se acercó a su hija que a pesar de ser más baja que esta, puedo acariciarle la mejilla—Pero si eres tan buena patinando... No entiendo cómo te puedes juntar con pandilleros que seguro también son drogadictos y alcohólicos... Yo sabía que ese joven pelirrojo te estaba haciendo mal.
Al escuchar la forma en la que se dirigió a su amigo, quitó la mano de la mayor con brusquedad y afirmó más su expresión.—No hables de Reki como si fuera un delincuente.