5: No Me Queda Más

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Y esto que no era amor

Lo que hoy niegas

Lo que dices que nunca pasó

Es el más dulce recuerdo de mi vida.

Yo tenía una esperanza, en el fondo de mi alma
Que un día te quedaras tú conmigo.
Y aún guardaba una ilusión
que alimentaba al corazón

Mi corazón que hoy tiene que verte como sólo amigo.

*****Selena Quintanilla

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La mañana arribó, el bullicio de voces lejanas llegaron hasta sus oídos, Hermione abrió sus ojos lentamente, sonriendo... Aun así se debatía entre despertar o no. ¿Y si todo aquello había sido un sueño hermoso, y en realidad no hubiese sucedido? Le aterraba la idea, sin embargo recordar cómo Harry con su gesto de haberla cubierto, eso no hubiese sido producto de su imaginación; en verdad había sentido sus labios y su caricia al principio del alba...

Sin esperar más se incorporó, pero el alma se le cayó a los pies cuando lo buscó en toda la habitación y se dio cuenta cuán gélidamente que él no estaba ahí, que estaba sola, la había abandonado. Su corazón dio un vuelco como si millones de cristales filosos se clavasen en él... Lágrimas invadieron sus ojos resbalando por su sonrosado rostro, se abrazó a sí misma en busca de un refugio. Qué tonta se había vuelto al pensar que él se quedaría, que dejaría todo por ella... Estaba claro que nunca la podría amar. Lo de anoche había sido una reacción ante el dolor de su alma. Apretó sus labios, ahogó su dolor; se ponía de pie yendo al diván. Tomó su ropa y la cajita cayó al piso...

— ¡Já!, ¿Esto valgo para ti? —soltó una risilla irónica y amarga, hiriéndose ella misma. Inmediatamente más lágrimas resbalaron por sus mejillas, se vistió y al ver a través de la ventana observó cómo muchos estudiantes se marchaban... Una esperanza tonta quiso albergarse en su ser. Tal vez el anillo sólo era muestra de que no los separarían. Se terminó de vestir lo más rápido posible y salió de la habitación, atravesó los pasillos que ahora estaban desiertos, y llegó a la sala común de Gryffindor, la cual estaba completamente vacía. Desesperada se dirigió al Gran Comedor. — Sí, quizás allí estén —se dijo tratando de convencerse a sí misma. Corría por las escaleras que conducían al vestíbulo cuando en los últimos escalones chocó con una chica.
— ¡Auch! —Por el impacto las dos cayeron al piso, ella contra las duras escaleras de piedra.
— ¿Hermione? ¡¿Estás bien?! —preguntó una vocecita conocida, con tono sorprendido y alarmado.
— ¿Luna? —dijo poniéndose en pie con ayuda de la rubia.
— Veo que te dejaron por quedarte dormida —soltó con una risita Luna. — ¿Dejarme? ¿Quiénes? —preguntó sin poner mucha atención, tratando de buscar con la mirada al ojiverde, pero era absurdo porque el vestíbulo estaba casi desierto, ya habían marchado a casa la mayoría de los estudiantes.
— Pues los Weasley. Ronald y Ginny... ¿No pasarías las fiestas con ellos? —dijo mirándole confusa la ojiazul.
— No, yo iré con mis padres... —respondió la castaña, aún sin prestar mucha atención. — Luna, ¿has visto a Harry? —preguntó, por fin mirando a la rubia.
— Sí, se fue con ellos —contestó Luna. — Por cierto, Ron lo miraba raro, como con reproche. Y Ginny, ella... se veía como si hubiese llorado toda la noche. Él en cambio parecía en otro mundo. Y luego dicen que soy yo—comentó encogiéndose de hombros.
— Se fue con ellos... ¡¿Con ella?! —musitó con un hilo de voz la castaña, sintió cómo todo se nublaba alrededor y su corazón terminara de romperse.
— ¡Hermione! ¿Te sientes mal? —preguntó alarmada Luna, al observar cómo la castaña se había puesto pálida. Hermione derramaba lágrimas silenciosas y apenas podía estar en pie, la ojiazul la ayudó a sentarse en las escaleras.
— Sabes que puedes confiar en mí, Hermione. Durante todo este tiempo... en realidad siendo sincera, tú has llegado a ser la única amiga que he tenido en verdad. Bueno no digo que Ginny no lo sea, pero... —comenzaba.
— Luna, no me nombres a Ginny, quieres —La castaña parecía estar ausente.
— Tú te has enamorado de Harry, ¿cierto? Lo has estado siempre —las palabras de la rubia la regresaban a la realidad.
— Sí Luna, lo he amado. Pero ya no lo haré más... Su corazón nunca me pertenecerá —se recargó en el hombro de la Ravenclaw, las lágrimas en sus ojos no dejaban de resbalar. — Tal vez anoche lo tuve pero su corazón siempre estuvo con ella... —murmuró la castaña, la rubia abría los ojos con perplejidad y ligeramente la boca, parpadeaba unos segundos pero finalmente no decía nada. Sin embargo si era justo lo que había escuchado y en verdad había pasado algo entre ellos; negó dando un suspiro.
— Hermione, olvídalo. El tiempo las heridas sana —dijo tratando de animarla.
La castaña apretó los ojos y abrazó con más fuerza a la rubia. — Luna, ¿vendrías a pasar las vacaciones conmigo? —invitó llorosa, la chica asentía.
Una ráfaga del frío viento rozaba sus cabellos y hacía que las lágrimas sólo fuesen un rocío en sus mejillas...
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