6: ¿Y Si Fuera Ella?

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La mujer que no soñé

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Ella me peina el alma y me la enreda
va conmigo... digo yo,
Mi rival, mi compañera... Esa es ella.
Pero me cuesta cuando otro adiós se ve tan cerca.
Y la perderé de nuevo, y otra vez preguntaré
mientras se va y, no habrá respuesta.
Y si esa que se aleja...
La que estoy perdiendo...
¿Y, si esa era? ¿Y, si fuera ella?

******Alejandro Sanz

Hermione apenas había dado la vuelta y comenzó a correr sin fijarse, de todas formas los pasillos estaban vacíos, ya que a excepción de los Gryffindors, quienes festejaban el compromiso en la sala común, en el interior del castillo no había ningún alumno más... Los de primero y segundo grado debían estar en los jardines, y los demás desde hacía rato se habían ido a Hogsmeade, y regresarían hasta horas más tarde.

O al menos eso creía ella, así que aceleró sus pasos, quería llegar a su sala común en la prefectura y encerrarse. Nada le importaba ya, sólo deseaba dejar de sentir ese dolor horrible en el corazón...

Casi al llegar a la puerta de la prefectura atropelló a un chico que iba justamente al mismo lugar, la castaña ni siquiera regresó a ver quién era y entró aprisa a la sala común. El chico rubio, quien era Draco Malfoy, se percató de sus sollozos cuando la vio desaparecer tras la puerta que cerró con un portazo. Su imagen se quedó en su mente.

— ¡Estúpida! Aparece de la nada y no se fija por dónde va... Ya se le está haciendo costumbre —dijo de manera desdeñosa, mientras se limpiaba el brazo como si se quitara polvo de la camisa.
Estaba llorando —intervino una voz en su cabeza.
— Eso creo —dijo indiferente el rubio.
Si serás... ¡Claro que lo está! —le llamó la atención la voz.
— ¿Y eso a mí qué? No me importa — atajó frío.
— No te hagas, ella te gusta — continuó la voz.
— ¿A mí? — inquirió como sorprendido, la vocecita hizo un sonidito sarcástico.
— ¡No, qué va! Es una sabelotodo insoportable... Crees que me agrada alguien que se la pasa respondiendo todo en las clases — terció apretando los dientes.
El ardor de no ser tan rápido como ella, ya no digamos... Inteligente —se rió burlonamente la voz.
— ¡Por supuesto que no! —gruñó.
¡Te gusta, Admítelo! Si vieras la sonrisita que se te dibuja cada vez que la ves... Y ahorita te está preocupando —seguía con ese tono de burla.

— No. ¿Preocuparme yo por ella? —volvió a preguntar como si su voz interior estuviese delirando.
Deberías ir a ver qué le pasa —aconsejó la vocecita.
— ¿No es obvio? Se encerró en la prefectura... Debió sacar notas bajas, desde el año pasado ha tenido muchas notas bajas. Apuesto que va a estudiar —ironizó fastidiado.
— ¿Ahora prestas atención a sus malas calificaciones? —la vocecita soltó con una risilla de: ¡Te descubrí!
— Eso se sabe... Comparte conmigo clases —cortó molesto.
— Pero ahora ya me arruinó la idea de pasar este día en tranquilidad... Si se da cuenta que lo pasaré solo... ¡Se burlaría! —continuó hablando, utilizando un tono indignado.
Como tú te has burlado de ella —señaló con sarcasmo la voz.

— Mira, iré a ver qué tiene... Y trataré de convencerla que se vaya a otro lado —resolvió irritado.
— ¿Granger? —tocó la puerta con normalidad, sólo hubo silencio del otro lado.
—No responde —dijo dándose por vencido.
¿Y si le pasó algo? —insistió la vocecita.
— No. Debió subir por sus libros al segundo piso, con eso de que a veces duerme aquí —supuso, frunciendo el entrecejo vio a la puerta.
Tú has dormido aquí también —observó con tono malicioso la voz.
— Pero no estudiando — dijo sin pensar.
Pues no. A menos de que Pansy fuera tu profesora —rió con ironía la voz.
— ¡Já, gracioso! —sentenció ácido el rubio.

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