22: Sueños Rotos

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A tu lado fui tan fuerte nunca imaginé perderte
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Aquella rosa muerta, en la calle esperando
Mensaje tras mensaje, preparándose a volar.
Porque habías sido tú mi compañera
Por qué ya no eres nada y ahora todo está de más.

Si no te supe amar no fue por ti
No creo en el amor y no es por mí.

Si no te supe ver y te perdí
Si cada día que me das te hace sufrir.

Volver a verte otra vez
Con los ojitos empapados en ayer.
Con la dulzura de un amor que nadie ve
Con la promesa de aquél último café
Con un montón de sueños rotos.

Volver a verte otra vez...

Dejé el orgullo atrás por un instante,
Me preparé a estar solo una vez más.

**********************La 5ta Estación

Qué difícil es dejar una vida atrás, qué duro es decir adiós, pero más doloroso es dejar de amar...


El sol obsequiaba sus últimos rayos que teñían la ciudad de un color sepia, para Harry una tarde más qué observar a través de la fría ventana de San Mugo... Gente transitaba por la calle del Londres muggle, rostros extraños en los que con desesperación buscaba a Hermione.
Acababa de sellar una carta para ella, palabras con las que pretendía hacerla volver. Ató el rollo de pergamino a la pata de su lechuza, la acarició en el pecho. ¡Esta vez encuéntrala, por favor no regreses sin respuestas! El ave ululó dándole a entender que así lo haría, aunque lo miró con cierta indignación por haberla ofendido. ¡Qué creía!, ¿Que no lo había intentado? Sólo que la castaña era quien no quería responder.
Vio a Hedwig despegar las alas y volar a contra viento... No se daría por vencido así de fácil, así tuviese que enviar más cartas de las que ya había escrito. Otras mil de ser necesario, alguna tenía que contestarle.
La lechuza desapareció entre las amarillas nubes, él exhaló un suspiro esperanzado.

Si hubiese aceptado antes que la amaba, si su carácter no se hubiese salido de control de esa manera la única vez que tuvo la oportunidad de hablar con ella. Jamás hubiera perdido a Hermione, y a su hijo. Pero ahora entendía que su sensatez se la hacía ver ella, y desafortunadamente aquella noche ninguno de los dos la tuvo.


Al mismo tiempo un rubio y una castaña llegaron a la estación de trenes de King's Cross... Hermione vio el tren, luego regresó a ver alrededor y cerró los ojos. Como si le doliera.

¿Qué pasa, Hermione? preguntó preocupado el chico.
Nada negó en voz baja, moviendo la cabeza pero sin verlo.
Sé que es difícil dejar todo atrás dijo comprensivo, poniendo una mano en su hombro.
Es lo mejor exclamó regresando a verlo, segura. Pero el chico pudo ver lágrimas en sus ojos marrones.
Comenzaremos una nueva vida expuso él, para aminorar su sufrimiento.
Tú y yo dijo Hermione, buscando la seguridad de sus palabras en su gris mirada.
Y nuestro bebé añadió Draco, posando una mano sobre la pancita de la castaña, ella le sonrió. Aunque su sonrisa era débil, fue sincera.
Un silbido avisó que pronto partirían, regresaron hasta el andén donde los esperaban sus padres. Ellos se habían enterado de la verdad, y las circunstancias que estaban ocurriendo, esas por las que su hija debía abandonar Londres. Aunque no fue muy grato enterarse de que su única hija estaba embarazada, y más por la forma en que se dieron las cosas; ellos no la rechazaron. Al contrario, se mostraron comprensivos y solidarios.
Ese mismo día cuando mantuvieron una conversación a solas, su madre le confesó que desde las fiestas decembrinas había notado algo extraño en su forma de comportarse, pese a que no se lo contó desde ese instante supo que su hija ya no era la misma. Y lo comprobó cuando ésta decidió pasar la Noche Buena lejos de ellos. Había ido a casa de Remus y Nymphadora, con Luna, y obligadamente en ese entonces... Draco.

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