18: My Immortal

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Tu presencia aún perdura...
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These wounds won't seem to heal (Estas heridas no parecen cicatrizar)
This pain is just too real (Este dolor es demasiado real)
There's just too much that time can not erase (Existe demasiado tiempo que no puede ser borrado.)

When you cried, I'd wipe away all of your tears (Cuando lloraste, limpié tus lágrimas)
When you'd scream, I'd fight away all of your fears (Cuando gritaste, luché contra todos tus miedos)
And I held your hand through all of these years (Y te he llevado de la mano durante todos estos años)
But you still have all of me. (Sin embargo sigues teniendo todo de mí.)

******************Evanescence

Hermione fue despertando, una tenue luz le daba en el rostro, se escuchaban voces lejanas, todo estaba borroso... Pudo distinguir el techo de concreto gris de lo que podía ser una sala de San Mugo, giró la cabeza. En la cama derecha se hallaba Harry, tenía los ojos abiertos y su mirada parecía perdida. Al percatarse que la castaña había despertado la miró fijamente.

— Her... —musitó él con debilidad, una lágrima brotó detrás de sus gafas. Ella abrió desmesuradamente sus ojos marrones y de inmediato se llevó sus adoloridas y lastimadas manos a su vientre, demasiado asustada.
Él está bien, te lo juro... Me lo dijo la enfermera —se apresuró a decir el ojiverde. Hermione suspiró aliviada y comenzó a llorar, abrazando con cuidado su vientre. Mil y un pensamientos aterrados cruzaron por su mente en los segundos que temió por la vida de su bebé.
Harry mantuvo su mirada en ella, sus ojos esmeraldas también se llenaron de lagrimitas... En ese instante quería ponerse de pie y correr a abrazarla. Decirle que ya nadie los separaría, ni mucho menos volvería a ser lastimada. Ahora él estaría a su lado para protegerlos, por siempre... Porque la amaba y amaba al ser que crecía en su vientre.
¡Te amo, Hermione! —dijo para sus adentros.
¡Díselo, actúa tonto! —exclamó la vocecita en su cabeza. Hermione continuaba acariciando su pancita, tenía los ojos cerrados y las mejillas húmedas a causa del llanto silencioso que resbalaba por ellas.
— Her... —comenzó Harry, pero en eso la puerta de la habitación se abrió de golpe y una chica pelirroja entró corriendo.

¡Harry, mi bebo! —chilló la recién llegada, apresando su rostro y acariciándolo con exageración. Como para comprobar que estaba bien.
— ¡Oh, no sabes cuánto sufrí al pensar que te había pasado algo! —Lo besó un par de veces en los labios. Él hizo una mueca adolorida.
— ¡Ginny, qué estás haciendo aquí! —inquirió sorprendido, con un tono molesto.
— ¿Harry, qué pregunta es esa? —exclamó incrédula la pelirroja.
— Todos están muy preocupados por ti... ¡Pero no tanto como lo estuve yo! ¡Soy tu prometida! —añadió con indignación. Harry parpadeó con fastidio, de inmediato buscó la mirada de Hermione pero la castaña parecía querer ignorarlo y mantuvo los ojos cerrados.


No debí hacerme ilusiones... —se recriminó a sí misma Hermione.
Te duele verlo con ella, lo sé —intervino su vocecita interior.
— Lo único que me importa es que mi bebé está conmigo. Y que nadie volverá a poner su vida en peligro... ¡Lo prometo! —Pasó una suave caricia en su vientre y sintió cómo el bebé se movía. — Gracias por quedarte... —sollozó Hermione. Sin darse cuenta la menor de los Weasley la había escuchado y regresó a verla como si apenas reparara que la castaña estaba ahí.
— ¡Eres un héroe, salvaste a Hermione y a su bebé! —dijo con una empalagosa dulzura la pelirroja, regresando a ver rápidamente a su novio.
— Ginny... —Los ojos de Harry se abrieron notablemente y negó sin poder hablar pues la pelirroja lo había vuelto a besar de improviso.
— Por cierto Hermy, Malfoy preguntó por ti —comentó de repente, volteando a verla.
— ¿Él está aquí?, ¿Está bien? ¡Quiero verlo! — exclamó apresuradamente la castaña.
— En verdad fue una sorpresa enterarnos qué esperas un hijo de Draco Malfoy —expresó Ginny, sin evitar ese tono curioso e incrédulo, su mirada se desvió hacia el abultado vientre de Hermione.
— ¡¿Qué?! ¡ELLA NO!... —Para Harry las palabras de Ginny fueron como un fuerte golpe entre las costillas que lo dejó sin aire en los pulmones, de inmediato quería aclarar que el bebé era de él no de Draco.
— ¿Cuándo pasó? Mejor dicho... ¡¿Cómo pasó?! —preguntó escandalizada Ginny, el rostro de Hermione se ensombreció y la veía con desdén.
— ¡Ginny, no!... —Apenas y pudo decir el ojiverde, la furia estaba viajando por sus venas impidiéndole articular palabras correctamente.
— ¡Perdón, estoy siendo indiscreta! — La pelirroja miró a la castaña con fingida vergüenza, Hermione desvió su mirada, conteniéndose el coraje.
— Disculpen, debo cambiar el vendaje del señor Potter — interrumpió una enfermera.
— ¿Puedo quedarme? Es mi novio —preguntó la pelirroja, con cierto aire de arrogancia.
— Me temo que no señorita, pero es que puede contaminar —señaló la enfermera.
— ¿Cómo... dice? — chilló ofendida Ginny. — ¡Qué insulto! — exclamó viendo con rabia a la enfermera, ésta negó sin apenarse.
— Nos vemos al rato, bebo —La pelirroja se regresó y le dio un prolongado beso al ojiverde. Hermione volvió a cerrar los ojos, era demasiado continuar sufriendo.

Después de que la enfermera se marchara Harry intentó hablar con la castaña.

— Hermione, voy a hablar con Ginny. Sé que lo entenderá, mi hijo necesita crecer al lado mío. Estoy seguro que ella lo va a aceptar y...
— ¡¿Qué?! —vociferó la castaña, mirándolo con los ojos desorbitados.
— Sabía que estabas fingiendo en casa de tus padres... ¡Qué estúpida fui al creer que tú me amas! Al albergar una tonta esperanza de que me pidieras estar contigo — exclamó con irónica amargura. — Me acaba de quedar claro que lo que en verdad quieres es a mi bebé para tener tu vida Perfecta. ¡PUES TE EQUIVOCASTE! —gritó mirándolo fulminante y con resentimiento.
— ¡Hermione, escúchame! — pidió desesperado Harry, dándose cuenta que la chica estaba entendiendo mal.
— ¡NO, TÚ ESCÚCHAME! —Lo calló la castaña. — ¡Estoy harta de seguir sufriendo por tu culpa, de ser la víctima de tus arrebatos!
— ¿Mis arrebatos? — terció él sorprendido.
— ¡No fue tu estúpido ego lo que me llevó a estar en esta situación! ¡Tus errores los que lo pusieron en peligro! —Hermione se abrazó su pancita. — ¡Y ahora es tu egoísmo el que quiere robarme a mi hijo! —exclamó con rencor.
— Tal vez estuve ahí para ti cuando me necesitaste, quizás te resolvía la vida, y la mía propia no dudé en arriesgarla Por Ti. ¡Todos estos años te amé, por eso te protegí!... — A pesar de estar desmoronándose le mantenía la mirada.
— ¡TÚ ME AMAS! —exclamó el chico afirmando.
— ¡YA NO MÁS! Así tenga que odiarme a mí misma por este sentimiento. ¡Quiero que te largues de mi vida, vete con tu Ginny y olvídate de que mi bebé existe! ¡PORQUE NO LO TENDRÁS! — Sus ojos marrones destilaban odio a través de las lágrimas.
— ¡Por favor, Hermione!... — Suplicó el ojiverde, al parecer las cosas iban de mal en peor.
— ¡Nada, Harry! —zanjó la castaña, su respirar ascendía y descendía con brusquedad.
— ¡DÉJAME HABLAR, MALDITA SEA! — gritó él, perdiendo la paciencia.
— ¿Qué está pasando aquí? — En la sala acababa de irrumpir la enfermera.
— ¡Su estado es delicado, Miss Granger! — Le llamó la atención al notar que la chica se había incorporado y recargado sobre la cabecera.
— ¡Señor Potter, qué está haciendo! —saltó la enfermera al ver que el ojiverde se ponía de pie, y a través del vendaje y la pijama comenzaba a mancharse de sangre. La enfermera corrió a pedir ayuda.
— ¡ME VAS A ESCUCHAR, QUIERAS O NO! — sentenció Harry, parándose frente a ella y retirándole las manos de los oídos.
— ¡NO! — gritó la castaña.
— ¡Suéltela, la va a lastimar! — chilló preocupada la Sanadora, quien acababa de entrar. Detrás de ella dos jóvenes habían ingresado al escuchar los gritos.
— ¡Suéltenme! —peleó Harry, entre un par de camilleros lo sujetaban y lo hacían volver a su cama.
— ¡Cálmese señor Potter! — La sanadora de inmediato le aplicaba un hechizo tranquilizante. Sintió cómo su cuerpo se aflojó, el dolor en el abdomen se había ido, la furia seguía luchando, sus párpados se habían vuelto pesados. Lo último que vio fue una fría mirada en los ojos marrones de Hermione.
— ¿Por qué Harry, por qué no acabas de hacerme daño? Por qué no terminas por irte, quiero que mi corazón deje de amarte y mi razón pueda al fin odiarte — La castaña apretó la orilla de la sábana que tenía entre las manos. Veía cómo él acababa de caer en un profundo sueño donde quizás no pensaría en ella, sólo en la manera de obtener a su bebé y criarlo al lado de Ginny.
— Tú lo que quieres es quitarme el único motivo que tengo para continuar sin ti. Aunque en realidad siempre lo he estado, yo he sido tu apoyo todos estos años, tú... Tú jamás has estado para mí, ni mucho menos por mí — exclamó con decepción y rencor Hermione, abrazándose a sí misma.



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