23:Y Llegaste Tú

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Y me sorprendió el poder que hay en este amor
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Yo solía pensar que sabía quién eras tú
No sabía que dentro de ti, yo iba a encontrar la luz.
No sabía que existía un mundo así
No sabía que podía ser tan feliz.

Y la vida pasaba de largo vacía sin emoción
No había nada flotando en el aire, abrazándome el corazón.

Y llegaste tú, y el mundo me abrazó
Y llegaste tú, y el mundo se paró.

Y llegaste tú, y me sorprendió, el poder que había en este amor.
Y llegaste tú, una bendición.
Aún recuerdo el momento en que todo cambió.

***********************Sin Bandera

En una preciosa casa en un pequeño pueblo llamado Radcliffe On Trent, en el Condado de Nottinghamshire... El sol se colaba por las cortinas color rosa celestial, que se alzaban con una suave brisa, dejando que la luminosidad de un color cálido diese sobre el rostro de una joven castaña, y reflejara en sus pupilas marrones la inmensa felicidad que embargaba su interior... La chica regresó la vista al horizonte, era una tarde muy similar a la de hacía exactamente un año, el último ocaso de agosto; pero con una gran y hermosa diferencia.
Ella sonrió sarcástica recordando aquella tarde, en que tirada sobre su cama, con un montón de ideas deprimentes que la mantenían al borde de sentir un vacío en el corazón, y con la idea de que al siguiente día sería morir al ver a Harry con Ginny. - Aferró sus manos al barandal en que se recargaba, el viento sopló el dulce aroma que inundaba el ambiente, un olor a bebé... Ello le despejó los malos recuerdos y dejó danzar en su interior el tierno quejido que se escuchó; sus ojos relucieron radiantes al observar al pequeño ser que se movía entre las mantas rosas de la cuna, ella soltó el barandal de ésta para tomar entre sus brazos a su hija.

- Tú mi princesa hermosa,
El mundo eres para mí.
Tú mi canción preciosa,
Mi cantar ha nacido en ti -La arrulló con esa melodía que nacía desde lo más profundo de su corazón, donde el inmenso amor que sentía por algo tan pequeñito que jamás creyó poder querer incluso más de lo que ya la amaba cuando la esperaba.

- ¡Ay London!... Sólo pensar que hace un año ni siquiera te imaginaba, y hoy te tengo conmigo -rozó su mejilla en la carita de la bebé. - Quisiera que tu... padre... -soltó la frase con dificultad, sintiendo cómo se formó un nudo en su garganta. - Viese lo hermosa que eres -añadió, acariciando el rostro de su hija; que la observaba con esos hermosos ojos esmeraldas que sin duda había heredado de Harry, y de su abuela Lily. - Pero él no te merece -sollozó, entonces hundió su rostro en los alborotados y sedosos cabellos castaños de la niña.
- Él está feliz ahora, planeando quizás su boda... Con ella, Ginny. Tendrá otros hijos -murmuró, unas lágrimas se perdieron entre los cabellitos de su hija.
Luego fue a sentarse en una mecedora del lugar mientras continuaba arrullándola; la niña se aferró al dedo de su madre, como si comprendiera la tristeza que aún hería a Hermione.

De pronto en su mente apareció el recuerdo, aquél mágico y absurdo momento en que Harry la hizo mujer, de una forma tan estúpida en la que ella misma cayó...

- Quédate conmigo esta noche... -susurraron los labios del ojiverde.
Sólo esas palabras y su cuerpo había perdido por completo la obediencia a su cerebro. Dejándose guiar por sus tontos sentimientos, por las caricias que las manos de Harry le regalaban, por los besos que jamás pensó recibir. Y en ese instante sintió que era el momento más hermoso de su vida, y el obsequio más lindo que podía recibir en ella.

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