Don't Speak (No Hables)

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No me lo digas, porque duele
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You and me (Tú y yo)
We used to be together (Solíamos estar juntos)
Everyday together always (Todos los días siempre juntos)

I really feel (Realmente siento)
That I'm losing my best friend (Que estoy perdiendo a mi mejor amigo)
I can't believe (No puedo creer)
This could be the end (Que esto pueda ser el fin)

It looks as though you're letting go (Parece como que estás permitiendo que continúe)
And if it's real (Y si es real)
Well I don't want to know (Bien, no lo quiero saber)

Don't speak (No hables)

*********No Doubt


Toda la mañana del domingo Hermione la tuvo que pasar en la enfermería, pues la señora Pomfrey casi la obligó argumentando que debía quedarse por precaución y así descartar cualquier riesgo.
Cerca de las cinco de la tarde la chica por fin estaba por abandonarla, la profesora McGonagall la acompañaría a Hogsmeade para tomar un tren que la llevaría a Londres, ya que no podría trasladarse apareciéndose, por razones obvias. Alguien la esperaría en la estación de tren y la conduciría hasta el Valle de Godric, las llaves de la casa de los Potter se las había dado esa misma mañana.

Sus cosas estaban listas en su baúl, aunque no sabía cómo había podido guardar esos objetos... Mucho menos pensar que ya no eran simples objetos o libros, sino testigos fieles de su estancia en el sitio donde había vivido su adolescencia y la mitad de su vida hasta ahora. Recuerdos la invadieron trayendo lágrimas a su marrón mirada, momentos mágicos de travesuras y aventuras que se quedaban impregnados en esas paredes, e instantes de angustia y desesperación... Jamás borraría de su memoria que todo ello aconteció por él... Harry James Potter.

Pero él ya no era el mismo chico de antes, ella mucho menos. Las cosas habían cambiado entre ellos, no podía volver a verlo como su mejor amigo, si desde hace mucho que lo veía como algo más que eso... Y ahora había un lazo más fuerte que la amistad y el amor, el cual los unía para siempre... Su bebé — Hermione se tocaba el vientre y sonreía con tristeza. Definitivamente tenía que irse, si lo había planeado desde antes de saber que lo esperaba, desde que ya no podía soportar ver a Harry cerca de Ginny. Sólo estaba pospuesto, porque si era posible ella no hubiese regresado al colegio después de lo que ocurrió aquella noche de diciembre en la Sala de los Menesteres.
Suspiró con decisión, madame Pomfrey le informó que la profesora Minerva la esperaba después de la cena en el despacho de ésta. Las dos se encontraban paradas cerca de las camas, le estaba dando las últimas recomendaciones y se despedía de ella cuando una chica rubia entró corriendo muy agitada y alterada. La enfermera resopló con indignación, cual pensase que esa forma maleducada de entrar a su lugar de trabajo ya se estaba volviendo costumbre en los estudiantes.

— ¡Hermione! — la rubia se abalanzó hacia su amiga, pero frenó justo antes de chocar con ésta.
— ¡¿Luna?! —exclamó entre sorprendida y sobresaltada la castaña.
— ¡¿Qué te pasó?! —Luna miró evaluadoramente a la castaña, como revisando que no tuviese una lesión. Ella negó con la cabeza.
— Con razón no te había visto en todo el día... ¡Pensé que te habías marchado sin despedirte de mí! —soltó con tono de reproche la rubia. La enfermera chasqueó la lengua y se dirigió a la salida.
— ¿Qué haces aquí? ¡¿Quién te dijo que estaba aquí?! —preguntó nerviosa Hermione.
— Sí, gracias... Estoy bien. ¡Qué considerada eres, Hermione! —reclamó con sarcasmo, ofendida e indignada Luna.
— Yo... perdón —se disculpó apenada la castaña. — ¿Pero cómo supiste que yo estaba aquí? —volvió a preguntar, aunque esta vez tratando de sonar tranquila.
— Escuché una conversación entre la profesora McGonagall y Draco Malfoy.
— ¿Cómo? — Hermione se quedó viéndola atónita. — ¿Qué tenía que hablar Draco Malfoy con la profesora, acaso le importaba saber de ella?

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