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"La locura consume a un individuo, cambiando su vida y creando así un nuevo problema en la mente de aquellos que se atentan a la realidad"

-Daniela Romero.

°°°

Sequé mis lágrimas y traté de tranquilizar un poco mi respiración, ellos no debían verme mal, nunca dejé que nadie viera el cómo me iba mal en la vida, sobre todo con lo que siempre admiraba y hacía lo posible por que todos lo admiraran igual.

—Mamá. – dije, hablando por el celular. – ¿Podrías venir por mí?

—Claro hija, pero... ¿Estás bien?

Sabía que ella se daría cuenta de mi malestar, como siempre.

—Si, sí. – mentí. – Tan solo quiero irme a casa.

—En un momento llegamos. – dijo, para luego colgar la llamada.

Suspiré y guardé mi celular con algo de torpeza.

Realmente me sentía fatal.

Y es que puede sonar patético, pero el sufrimiento de amor es realmente horrible, sobre todo cuando se trata de tu primer amor, o el que crees que lo es.

Me senté en la banqueta de esa calle tan solitaria y suspiré mientras miraba el suelo.

Realmente deseaba que mis padres llegaran ahora, que realmente no quería quedarme más en este lugar.

La música seguía sonando tan fuerte por las calles.

Esa música provenía de aquella fiesta a la cual había asistido con algunas amigas y algunos chicos que conocimos en la preparatoria.

Y la verdad, fue un caos total.

Todo se salió de control y realmente no me quedaban ganas de seguir festejando como si nada ocurriese.

Y es que el chico que me gusta hoy se metió con una chica que, para mí, es tan mala y vulgar.

Pero nadie puede cambiar las decisiones de las personas, menos de lo chicos que buscan lo fácil, y no se les puede culpar, realmente no piensan y no ven lo que hay a su alrededor.

Pero bueno, el punto es que me sentó tan mal esa escena.

Y es que mi mejor amiga me dio el consejo de lanzarme y decirle al chico que me gusta, pero desgraciadamente, no tendría oportunidad alguna.

"Marie"

Giré mi rostro con rapidez.

Pero nadie se encontraba en este lugar, solo yo, lo que me parecía tenebroso porque el susurro se escuchó tan legible, tan real, lo que me hizo sentir un gran escalofrío que recorrió mi cuerpo entero.

Pero quizá se trataba del cansancio.

Realmente me encontraba agotada.

Unas luces llamaron mi atención, provenientes de un auto que se acercaba a mí y daba entrada a mis padres, los cuales pararon frente a mí y yo sin dudar, me subí al auto con prisa.

Más que nada por aquel suceso tan extraño que acababa de suceder.

Me abroché el cinturón y mi padre procedió a conducir hacia la casa, la cual quedaba algo lejos.

Aunque antes de eso, mi padre se detuvo en una pequeña tienda para comprar algunas cosas.

Así que mi madre se giró a verme, con una media sonrisa.

—¿Me dirás lo que sucedió?

—Es... complicado. – dije, sin ganas de nada.

—La vida es complicada, pero debes enfrentar los obstáculos, mi niña.

Yo sonreí un poco.

Me encantaba que mi madre fuese comprensible.

Existen tantas madres que realmente no lo son que solo te hacen sentir peor, pero la mía es increíble.

Daría lo que fuera para que ella se quedara conmigo para toda la vida.

—Vi al chico que me gusta con otra chica. – dije, mirando mis manos con cierto nerviosismo y tristeza.

—Oh cariño. – dijo ella, para luego acariciar mi rostro con su mano. – En la vida hay altas y bajas, en el amor o en cualquier otra cosa. – la miré. – No siempre las relaciones serán perfectas ni te quedarás con el chico de tus sueños. – sonrió de lado. – Pero no perderás la esperanza de estar con alguien que te haga sentir libre, que te haga sentir tan bien en todos los sentidos. – tomó mi mano. – Ese chico no te merece, y tu realmente mereces algo más en la vida, no te conformes con algo simple, confórmate con algo maravilloso.

—Gracias, mamá. – sonreí un poco.

—Te diré algo. – la miré. – Él perdió a lo mejor del mundo por andar con alguien más.

Yo sonreí y en eso, mi padre entró al auto con lo que parecían ser algunos chocolates y frituras con sus manos.

Con una sonrisa me entregó algunas que serían para mí y otras que serían para mi pequeño hermano.

Amaba con locura a mis padres.

Ellos siempre tan cariñosos y comprensibles que, me daban ganas de abrazarlos en todo momento.

Sobre todo, porque sabían lo que nos hacía bien a mi hermano y a mí.

Mientras abría la bolsa de mis frituras, mi padre encendió la radio y de ahí comenzó a sonar una linda canción que la verdad, me encantaba tanto.

Mis padres y yo comenzamos a cantar a pulmón al son de la música que salía por los parlantes del auto.

Mis padres se tomaron de la mano y sonrieron con tanto amor.

De pronto, todo sucedió tan rápido.

Un auto se salió de control, lo que hizo que mi padre tomara con ambas manos el volante y saliera del carril para que el auto no nos chocase, pero desafortunadamente la suerte no estaba de nuestro lado.

La mirada asustada y preocupada de mi madre fue lo único que pude ver antes de impactar con fuerza contra un gran árbol.

Mi vista se volvió oscura de inmediato, así cayendo en un gran sueño que quisiera que fuese terminal.

***

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora