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"Cada eco te perseguirá de por vida"

Mientras me llevaban por los pasillos de la prisión, pude ver como las paredes comenzaban a deteriorarse, lo que me dio a entender que la criatura se encuentra cerca, por lo que me detuve, recibiendo las miradas de los guardias, pero yo sabía mi destino.

Cerré mis ojos y al abrirlos, me encontraba en el manicomio tan deteriorado y viejo.

La pintura de las paredes comenzó a desprenderse, haciendo que caiga sangre desde el techo, como si las paredes sudaran eso.

Caminé por el pasillo hasta llegar al ascensor, el cual parecía funcionar, por lo que me subí y presioné el botón del último piso.

Miré a mi costado y vi al mismo paciente del ascensor, su sonrisa tan abierta seguía presente.

—Las paredes...

—Lo sé. – dije, mirándole. – Sé lo que debo hacer.

—Estamos contigo. – se acercó y puso su mano en mi hombro.

Al abrirse las puertas pude ver como el pasillo se encuentra iluminado por velas y algunos pacientes están hincados, como si se encontrasen rezando.

Caminé entre ellos y llegué al final del pasillo, miré a mi izquierda e inmediatamente recordé el pasillo

-

En ese pasillo. – apuntó a la derecha. – Están las habitaciones A, y aquel pasillo. – apuntó a la izquierda. – Están las habitaciones B, a ti te tocan las B.

-

Suspiré y tomé una vela entre mis manos, caminando hacia la izquierda.

En medio del pasillo, algo sopló hacia mi vela, apagándola y dejándome en completa oscuridad.

Pero yo ya no tenía miedo.

Solo quería encontrarles.

Caminé en la oscuridad hasta llegar a una enorme puerta roja.

Nunca me había percatado de esta, pero comencé a relacionar mis sueños y mi momento de bucle.

La puerta roja siempre fue la clave de todo.

Una parte de mi cerebro trataba de relacionarla, por eso siempre era la puerta que me salvaría, que me salvó de las enfermeras.

Tomé algo nerviosa el pomo de la puerta y la abrí, provocando un rechinido.

Sin pensarlo, entré y pude ver una habitación algo destruida, pero con una pared de ladrillos.

Me acerqué a la pared y puse mis manos en ella.

Algo me llamaba desde adentro.

Miré a mi costado y pude ver un martillo, por lo que lo tomé y comencé a golpear la pared.

Sé que estos ruidos atraerían a la criatura, pero si esto ayudaba a que las almas que tomó fuesen libres, prefería sacrificarme.

Otro golpe.

Quizá desde aquella noche ellos me llamaban, quizá ellos querían ser rescatados.

Otro golpe más.

Quizá nadie les ayudaba, por tantos años lo pidieron.

Otro golpe.

Tantos años suplicando ayuda, pero nadie se atrevió a enfrentar a la criatura.

Unas manos tomaron las mías, ayudándome.

Miré a aquel chico y en mi mente, pasaron las palabras que Akira me dijo.

"—Lo sé, antes trabajaba un chico conmigo, pero desapareció."

Ese chico, ese chico es el que desapareció y ahora, intenta ayudarme.

Algo dentro de mí lo aseguraba.

Seguí golpeando hasta sentir otra mano.

Miré a esa dirección y pude ver a James ayudándome, lo que me hizo sacar algunas lágrimas.

Miré hacia la pared y di el último golpe, que hizo que esta se destruyera por completo.

Di el primer paso y vi a un chico deteriorado ahí, el mismo chico que me estaba ayudando, el chico desaparecido.

Al seguir avanzando, pude ver miles de cuerpos tirados, pero uno de ellos me hizo correr y tirarme a su lado.

Lo tomé en brazos y acaricié el rostro, a pesar de ser hueso, sabía de quien se trataba, algo dentro de mí lo sabía.

—James...

Comencé a llorar, tocando el cráneo.

Tomé lo que sería su mano, pero esta se deshizo, por haber pasado tantos años, lo que sería normal.

Dejé el cráneo en el suelo y miré hacia adelante.

La criatura se encuentra a lo lejos, mirándome, pero, parece estar cuidando algo.

Me puse de pie y avancé hacia él, sin miedo, pero con lágrimas cayendo sin parar.

Al estar frente a él, tan solo se hizo a un lado, dejándome ver lo que cuidaba.

El pequeño bulto, cubierto con una manta celeste me daba a entender que era el bebé.

El bebé del doctor.

El mismo bebé que mató.

Me agaché y lo tomé en brazos.

Al incorporarme y darme la vuelta, pude ver a muchos niños y jóvenes mirándome, todos esperaban que les mostrara la salida.

La criatura me miraba desde una esquina, por lo que la ignoré y caminé entre los niños que alzaban su mano y tocaban mis caderas o mis piernas, lo que alcanzaran.

Al momento de llegar con los jóvenes, ellos ponían sus manos en mis hombros.

Sé que agradecían que los ayudase.

Al salir por la pared pude ver a James junto con mi abuela, ambos tomados de la mano, sonriendo.

Ellos se dieron la vuelta y caminaron hacia la salida de la habitación, seguidos de todos los niños y jóvenes que rescaté, por lo que me acerqué a la ventana y pude ver las afueras del manicomio.

Pude ver como todos salían y se alejaban de este lugar.

Cerré los ojos al escuchar el llanto del bebé en mis brazos, las lágrimas recorrían mis mejillas.

Sabía lo que sucedía.

Ahora yo tomé el lugar de todos ellos.

Ahora yo soy quien cuidará este lugar.

Miré hacia abajo y pude ver al bebé, el cual comenzó a deteriorarse y deshacerse en mis brazos.

Por más que quisiese gritar, no podría, porque este lugar lo convertiría en un simple eco que se albergaría en lo más profundo y oscuro del manicomio ECHO.

***

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora