22

2 0 0
                                    


Abrí mis ojos y me di cuenta de que me encuentro en otro lugar.

Comencé a toser, sacando agua de mi boca, como si me hubiese ahogado, pero esta agua salía normal, ya no era aquella rojiza, aquella sangre.

Me puse de pie y miré mi atuendo, el vestido de la graduación era lo que traía puesto, lo que no comprendía, porque lo último que recuerdo era haber estado en el baño, siendo ahogada en aquella sangre, por la criatura.

Comencé a caminar por el pasillo que contenía tuberías arriba, lo que me hacía creer que me encontraba en el manicomio, por lo viejo que esto se veía.

La verdad, no sabía hacia donde me dirigía, tan solo caminaba hacia en frente, sin saber lo que me toparía al final.

El pasillo parecía ser más largo de lo normal, pero, una silueta me hizo detenerme, para poder divisarla mejor, lo que era imposible.

Me acerqué lentamente y aquella persona me miró, dejándome ver que se trata de Mason, por lo que me apresuré y ambos nos abrazamos con fuerza.

—Mason...

—Oh Autumn... creí que habías muerto. – dice, separándose de mí. – ¿Qué te sucedió?

—Eso debería preguntarte a ti... ¿Cómo es que te encuentras con vida?

—La criatura no me quiere a mí. – baja la mirada. – No soy el alma pura que busco.

—No entiendo...

Una sonrisa se posó en su rostro, lo que me hizo alejarme.

—Oh Autumn... eres perfecta para él. – me mira y sus ojos ahora son completamente blancos. – Tu pureza lo alimentará hasta el punto de satisfacerse.

—Tú no eres Mason. – murmuré y él sonrió aún más, mostrando como sus labios han sido cortados de los costados, lo que lo hacía más tenebroso.

—Eres tan lista, pero a la vez tan ingenua. – se acerca a mí, lo que me hace retroceder. – Juguemos un juego...

—Aléjate de mí...

—Tienes 10 minutos para esconderte, o la criatura te encontrará. – dice, con la sonrisa plasmada en su rostro. – Corre Autumn...

Yo comencé a correr en dirección contraria mientras escuchaba un leve canto de él, a pesar de estar lejos, podía escucharlo tan cerca, como si fuese un fantasma que me persigue.

Subí unas escaleras y me di cuenta de que me encuentro en el manicomio, pero este se encuentra destruido y las paredes con manchas de lo que parece ser sangre.

Intenté hacer funcionar el ascensor, pero este no parecía ceder, por lo que decidí correr al comenzar a escuchar algunos pasos.

"Marie..."

No debía ceder ante sus palabras, más que nada porque esa criatura quiere matarme.

"Marie..."

Seguí corriendo a pesar del dolor que causan los escombros en mis pies descalzos.

Llegué a una habitación y cerré la puerta a mis espaldas, moví un escritorio y lo puse frente a la puerta, evitando que la criatura pueda pasar, aunque no lo veía del todo seguro, debía intentar algo.

Miré a todos lados y me di cuenta de que no tenía escapatoria, más que una ventana que parecía estar sellada.

Miré los papeles a mis pies y uno de ellos me llamó tanto la atención, por lo que lo cogí y miré el contenido.

"-James Steel:

Habitación 407B.

Nacido en 1860, padres amorosos, pero algo problemáticos al pagar el alquiler de su habitación.

Su ADN posiblemente concuerde con el de mi bebé."

Confundida tomé otro papel que seguía hablando de James.

"Muestras efectivas, su sangre es COMPATIBLE"

Tragué saliva y dejé caer los papeles, esto no podía ser cierto.

James era un simple niño que vivía en este manicomio en este año, no podía ser parte del experimento del doctor.

Los años no concuerdan.

Nada de esto concuerda.

Un fuerte ruido me hizo mirar hacia la puerta, los 10 minutos han pasado, por lo que la criatura me estará buscando, hambrienta.

Me puse de pie y me acerqué a la ventana.

No perdía nada intentando escapar de aquí.

Tomé una silla y sin pensarlo, golpeé la ventana con ella, provocando que el vidrio se rompa y a la vez, provocando que la criatura sepa donde me encuentro.

Sin pensarlo salí por la ventana, cortándome un poco con los vidrios que quedaron ahí, pero en este momento no es importante.

Comencé a correr bajo la lluvia, pero esta no es lluvia cualquiera, sino de sangre, por lo que me encuentro completamente cubierta de unas tonalidades rojas.

Seguí corriendo hasta llegar a lo que parece un gran desagüe de desechos, por lo que, sin pensarlo, me adentré, con el propósito de huir, si es que eso fuese posible.

Comencé a ir por la oscuridad hasta que una luz me cegó por completo.

Lo último que vi fue a unos policías y a Camille, antes de recibir un golpe en mi cabeza que me noquearía por un momento.

***

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora