19

7 0 0
                                    


Corrí, o al menos eso intenté.

A decir verdad, me encontraba cojeando un poco, más que nada por el dolor en mi vientre.

El sudor frío bajaba por mi frente, humedeciendo un poco mis labios, pero no le tomé importancia, ahora mismo debía salir de aquí, de este extraño lugar en el que me encuentro.

Los crujidos siguen escuchándose detrás de mí, de hecho, pareciera que me alcanzarán, por lo que intento ir más rápido, pero es imposible.

Siento como algo me corta la espalda, lo que me hace gritar y caer al suelo.

Otro corte me hace gritar de nuevo y con dolor, arrastrarme por el suelo, pero más cortes me hacen sangrar aún más.

Pero aun así sigo arrastrándome, hasta que algo se clava en mi pierna, el dolor me hace tener un fuerte dolor de cabeza.

Poco a poco mis ojos se cierran hasta ver completa oscuridad.

Abrí mis ojos poco a poco, pero la luz me cegaba, así que puse mi brazo frente a ellos y traté de mirar alrededor, pero solo pude ver unas siluetas rodeándome.

Al aclarar por completo mi vista, pude notar a las mismas enfermeras, igual que hace un momento.

Miré a mi costado y la sangre seguía fluyendo en lugar del suero.

De nuevo, volví a quitarlo de mi brazo y con dolor, me levanté, evitando por completo a aquellas enfermeras.

La sangre corría por todo mi cuerpo, pero yo evité el dolor y me dirigí hacia la puerta.

Escuché como una gota de sangre cayó al suelo, emitiendo un golpe seco, seguido de eso, volví a escuchar aquel crujido que se comenzó a multiplicar.

Giré levemente mi cabeza y pude ver a las enfermeras moverse más rápido hacia mí.

Con dificultad abrí la puerta, pero la primera rajada me llegó a la espalda, lo que me hizo gritar y seguido de eso, caerme al suelo.

Todo volvió a suceder de nuevo, las demás rajadas hasta la puñalada final, haciendo que vuelva a desmayarme en el frío suelo de este extraño lugar.

Mis parpados me pesan, por lo que se me dificulta el abrirlos.

La luz comienza a relampaguear, lo que me hace ver mucho mejor, miro hacia mi costado y veo el suero lleno de sangre, lo que me hace fruncir el seño.

Con cuidado retiro la aguja y miro a mi alrededor, las enfermeras siguen ahí, pero sus rostros están llenos de sangre, sangre negra.

Pero ahora, puedo también escuchar lamentos que vienen de parte de ellas.

Lo que parecía ser un bucle, comienza a ser una realidad alterna, en la cual, ahora me encuentro dentro del mismísimo infierno.

Me levanté con algo de rapidez, a pesar del dolor infernal en mi vientre.

Debía salir de aquí.

Abrí la puerta y salí, no sin antes cerrarla a mis espaldas, debía asegurarme de que esas cosas no me persigan de nuevo, o que al menos algo las detenga por un momento.

Comencé a caminar con algo de prisa, pero unos crujidos llamaron mi atención, sabía que se encontraban detrás de mí, algo lejos, pero detrás.

Por lo que di vuelta en un pasillo y como pude, me tiré al suelo, justo en la oscuridad.

Vi como unas sombras comenzaban a acercarse, por lo que me cubrí la boca con mi mano, calmando así mi respiración entrecortada.

Las enfermeras pasaron por mi lado, sin percatarse de que me encuentro a unos metros de ellas.

Al perderlas de vista, decidí salir de mi escondite y dirigirme a algún otro lugar de aquí.

Pero sinceramente, no conocía nada.

Sé que es un hospital, por las camillas y la habitación en la que me encontraba, pero por la fachada, parece ser un hospital antiguo y abandonado.

Me puse de pie y caminé por un pasillo oscuro.

El pasillo cada vez se hace tan helado, por lo que me abrazo a mí misma, tratando de darme calor, pero es imposible, el frío me invade cada vez más, lo que me hace caer al frío suelo.

A lo lejos puedo divisar una puerta roja, la cual se abre, dejándome ver una gran luz blanca.

Mi mente me incita a ir, probablemente sea la salida, por lo que no pierdo nada con intentarlo.

Intenté levantarme, pero me es imposible.

Toco mis piernas, las cuales no siento para nada, lo que me desespera porque necesito ir hacia la salida.

Unos ruidos me hacen mirar hacia atrás.

Pero solo puedo ver la oscuridad del pasillo y unos lamentos que forman un gran eco.

Comienzo a arrastrarme por el suelo hacia atrás, sin dejar de mirar el pasillo que cada vez se hace lejano.

Unas sombras comienzan a asomarse, por lo que abro más los ojos e intento arrastrarme con mayor rapidez, pero poco a poco siento más debilidad en mi cuerpo, como si lo que sucede en mis piernas me comenzara a suceder por todo el cuerpo.

Me giré, viendo la puerta abierta cada vez más cerca.

Utilicé mis brazos para arrastrarme, pero es tan difícil, porque lo helado de este lugar me hace sentir dolor, como si unas cuchillas me estuviesen atravesando por todo el cuerpo.

Pero no puedo ser débil.

Utilicé las fuerzas que me quedan para seguir arrastrándome, pero los pasos de aquellas enfermeras comienzan a escucharse más cerca y pareciera que van con mayor rapidez, por lo que mi vida está en riesgo ahora.

No quiero volver a despertar en esa habitación de nuevo.

No quiero volver a aquel bucle sin salida.

Yo solo quiero salir de aquí, volver con mi hermano y mi mejor amiga.

Necesito volver.

Sentí las lágrimas recorrer mis mejillas mientras más esfuerzo hacía por salir de aquí.

Solté un pequeño quejido al tratar de moverme, mi cuerpo está dejando de responder, por lo que solo quedan mis brazos y manos libres.

Tan solo me queda poco para llegar a la puerta, la siento tan cerca, por lo que alzo mi mano, intentando tocar la luz blanca que sale de ahí, pero una apuñalada me llega a la espalda.

Las enfermeras me han alcanzado.

Aun así, me vuelvo a arrastrar, sintiendo como la luz me ilumina el rostro, por lo que cierro mis ojos a la vez que otra apuñalada me llega al hombro.

Siento a las enfermeras rodearme y algunas tomarme por los hombros, tratando de alejarme de la puerta, pero no desisto y hago mi mayor esfuerzo por soltarme.

Pero estas me tiran hacia atrás, quedando boca arriba en el suelo, con una de ellas encima de mí, la cual alza su bisturí, con la intención de clavarlo en mí.

Yo tan solo grito, grito tan fuerte, lo que me hace caer en un sueño profundo.

Pero lo que pareció segundos, terminé despertando de golpe encima de una camilla, pudiendo ver a unos doctores rodeándome y una habitación tan moderna y limpia.

No como en aquel bucle.

—Ha despertado. – dijo uno de ellos, sin dejar de mirarme


***

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora