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Abrí mis ojos y me encuentro en la camilla, pero ahora con mis manos atadas a mis costados, justo como tienen a los pacientes en los manicomios.

No pasó mucho tiempo en que entró Camille y se quedó de pie a mi costado, sin decir palabra alguna, tan solo mirándome con desaprobación.

—Esto pudo traer consecuencias, por suerte pude tranquilizar a la corte y pedir un breve descanso en lo que te encontrábamos. – dice ella y niego con la cabeza.

—Camille...

—No Autumn. – dice ella y se acerca. – Esto no está bien, con esto que hiciste, podrían sentenciarte de por vida sin libertad condicional.

—Camille... no entiendes...

—Claro que entiendo, quisiste escapar para que nadie más te encontrase, pero por suerte pudimos seguir un pequeño rastro de sangre. – dice ella y miro mi brazo que se encuentra vendado. – La que nos dio información fue Rose, ella dijo que lo más seguro es que volviste al manicomio, por lo que pudimos encontrarte mucho mejor, además de la sangre.

—No... él me llevó ahí...

—¿Quién Autumn? – pregunta y se sienta a mi lado.

—Mason...

—No hay ningún Mason.

—Si... el del manicomio...

—¿Hablas de Mason Hale? – preguntó ella y yo asentí. – Autumn...

—Él sigue ahí...

—Solo existió un Mason Hale, un exitoso pintor.

—Quizá es él... antes de volverse loco...

—Mason Scott Hale nació en 1845 y fue uno de los que se hospedó en el hotel del doctor McLuwing, lamentablemente falleció bajo circunstancias desconocidas, pero unos escritos del doctor nos dieron a entender que fue uno de sus "pacientes". – hace comillas a eso último. – Nunca encontraron su cuerpo, a pesar de buscarlo por siglos, jamás dieron con él.

—Es imposible...

—No Autumn... Creo que esto ayudará a tu caso, Rose dice que puedes tener algún trastorno de esquizofrenia. – suspira. – Tu abuela fue internada en el manicomio y tu madre salió positiva a algunas pruebas que le hicieron...

—No estoy loca...

—Podemos ayudarte, pero debes dejar de intentar huir, o nunca podrás tener libertad.

—De todas maneras, jamás la tendré... nunca saldré de esto...

—Nosotros te ayudaremos, pero debes cooperar, solo sé sincera – saca de nuevo su libreta. – ¿Qué conversaciones tuviste con Marie?

—Ella me contó toda la historia. – dije, rendida.

—¿La historia?

—Lo que hizo el doctor, los asesinatos que cometió...

—Bien... dime algo más. – me mira. – ¿Qué sucedió el día que desapareció Akira?

—No sé cuándo lo hizo...

—La misma noche que murió Marie.

—Ella... – miré a un punto fijo en la habitación. – Nosotras nos íbamos a ir, había acabado nuestro turno y... – la miré. – La criatura apareció.

—¿Viste algo sospechoso?

—No lo creo...

—Bien. – mira su reloj. – Debemos irnos, el juicio comenzará.

Yo asentí y ella me soltó, por lo que me puse de pie y caminé con ella.

Al salir del hospital, miles de reporteros se encontraban fuera, esperando por nosotros, invadiéndome de preguntas, por lo que la seguridad me ayudó a caminar.

—¿Por qué cometiste esos asesinatos? – preguntó una reportera.

—¿Es cierto que padeces de esquizofrenia? – preguntó otro.

—Autumn, ¿te consideras una asesina?

Mi cabeza comenzó a dar vueltas, todo esto me abrumaba que sentía que me desmayaría, por suerte las manos de los oficiales me ayudaban a seguir de pie.

Al subir al auto, junto con Camille, pude respirar.

En su mirada notaba tristeza, por el hecho de que esté pasando por esta situación, pero sé que ella me ayudará.

Su mano tomó la mía, mostrándome apoyo, lo que agradecí con una media sonrisa.

El auto comenzó a alejarse del hospital y tan solo pasaron unos minutos de recorrido hacia el gran tribunal.

Caminé a un lado de Camille hasta llegar a la gran sala que se encuentra llena de gente, entre ellos Dylan, Lea, sus padres y los padres de Akira, los cuales, al verme, se acercaron y el padre no dudó en decirme cosas terribles.

—Te hundirás en el infierno. – dijo él, sin compasión alguna.

—Aléjese de mi clienta, señor. – dijo Camille, interponiéndose entre los dos.

—Mereces morir por lo que le hiciste a mi hija. – dijo de nuevo, intentando abalanzarse hacia mí, pero los guardias lo detuvieron y Camille me guio rápidamente hacia mi asiento.

—Sé sincera, no omitas el tema del manicomio y la criatura. – dijo Camille y la miré. – Eso te ayudará a que no sufras en prisión. – suspira. – Así podrá entrar Rose y llevarte con ella.

—Pero...

—Confía en mí.

—Lo de la criatura es verdad, pero no por eso quiero llegar al manicomio.

—Solo hazlo. – toma mi mano. – Debes decir que eres culpable, pero que la criatura te obligó.

—¿Qué...?

—Debes hacerlo.

Iba a hablar, pero unos golpes me hicieron mirar a la juez, la cual pide silencio para poder comenzar con el juicio que determinaría si me encierran en prisión o si me encierran en el manicomio.

Cualquiera de los dos es un encierro, algo que no quería que sucediese, pero no importa a cuál vaya, de cualquier manera, terminaría muerta.

Ya que la criatura no dejaría de buscarme hasta tener mi sangre en sus garras y hocico.

Yo suspiré.

Esto comenzaría en breves.

***

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora