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Desperté gracias al ruido que hizo mi despertador.

Tomé el celular que se encuentra mi mesa de noche y pude ver que ahora estamos a dieciocho de diciembre, por lo que mañana sería mi esperada graduación.

Por fin mañana saldría de la pesada universidad que me agotó de verdad en todo el tiempo que estuve en ella.

Solté un sonoro suspiro y por fin me levanté de la cama, en la cual Dylan ya no se encontraba, por lo que supuse que quizá se fue temprano a clases, es cierto que ya le queda poco para terminar su semestre, por lo que ahora deben estar en exámenes finales.

Me adentré en el baño y tomé una relajante, pero rápida, ducha.

Al salir tan solo atiné a vestirme y salir del departamento, pero al momento de estar fuera, las luces comenzaron a parpadear sin parar, lo que me hizo sobresaltar y voltear a todos lados, esperando ver a alguien jugando con las luces, pero nadie se encuentra en este pasillo.

Cerré la puerta y caminé por el pasillo solitario que aterraba de verdad.

Pero un ruido invadió mis oídos.

Se trata de una especie de gruñido y a la vez ronquido tan extraño, tan inhumano.

Me giré para ver hacia donde proviene el ruido y pude ver a la misma criatura que vi en el manicomio, esa criatura sin cabello, pero ahora puedo ver que es completamente blanca, con cicatrices en su cuerpo y sangre saliendo de algunas heridas abiertas.

Miré al suelo, justo donde esa criatura se encuentra tirada y pude ver que se encuentra encima de un charco de sangre, y sus enormes garras están cubiertas de eso mismo.

De pronto la criatura alzó la vista y pude ver grandes dientes tan afilados, llenos de sangre, como si fuese algún animal recién alimentado de una forma brusca y sangrienta.

Tragué saliva mientras escuchaba mis latidos del corazón.

Así es, escucho mis latidos.

Algo que no sería normal y menos si se escuchan a tope en este lugar.

Esa criatura se puso de pie, lo que me hizo retroceder inmediatamente, pero lo que colmó el vaso, fue el grito de esa criatura, ese grito inhumano que me lastimó los oídos y me hizo echar a correr hacia las escaleras, las cuales bajé con prisa mientras tocaba mi oído, el cual parecía sangrar por la intensidad de sus gritos.

Comencé a escuchar pasos pesados detrás de mí, pero por suerte, llegué a la salida y choqué con una persona, haciéndome reaccionar y volver a la realidad.

Lea se encuentra con una mueca de dolor mientras se toca su brazo que al parecer golpeé por la locura.

—Vaya, a la próxima no vendré por ti. – dijo mientras me miraba seria, pero después soltaba unas risas, lo que me hizo sonreír un poco a pesar de haber estado en un momento crítico.

—Lo siento. – dije mientras tragaba saliva y tocaba de nuevo mi oído.

Pero ahora no había sangre alguna.

—¿Nos vamos? – preguntó mi amiga y yo asentí.

—Vamos. – dije y ella tomó mi brazo sonriente.

Nos subimos a su auto y juntas partimos hacia la universidad, sin dejar de tener en mi mente lo ocurrido.

No quisiera pensar lo peor pero quizá me comienzo a volver loca, gracias a mi trabajo.

Aunque eso también suena loco.

Miré hacia la ventana y vi cada vez más cerca la universidad hasta por fin, estar en ella.

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora