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Las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas y de pronto, sentí como todo volvió a la normalidad.

—¡Autumn! – escuché a Lea hablarme, por lo que abrí mis ojos y noté como algunas personas volteaban a verme con confusión.

Todo es normal ahora.

Miré a mi mejor amiga, la cual me miraba un poco asustada, miré hacia atrás y Dylan me miraba de la misma forma, pero noté como se quitó su cinturón y se acercó un poco más a mí.

—Autumn... ¿Qué sucede? – preguntó Lea y yo tragué saliva.

—Estoy bien...

—Autumn... si quieres podemos ir al departamento o mi casa... a donde quieras.

—Estoy bien... no te preocupes...

—Autumn. – dijo mi hermano y lo miré. – Debes descansar...

—No... no volveré a perder esta salida. – dije, sonriendo de lado. – No es nada...

—Acabas de gritar de la nada. – dijo Dylan y lo volví a mirar. – Me asustaste...

—Todo está bien... ponte el cinturón Dyl. – dije y él asintió, algo confundido, por lo que volvió a abrochar su cinturón.

—Bien... – murmuró Lea. – ¿Segura? – preguntó y yo asentí mientras me miraba a través de mi celular para poder secar las lágrimas y quitar el rímel corrido en mis mejillas.

Lea no dijo nada más y continuó el camino hacia el parque de diversiones.

Al llegar no dudamos en ir con rapidez hacia adentro y comprar los boletos para luego entrar y caminar entre toda la gente hasta llegar frente a una enorme montaña rusa.

—¿A cuál te quieres subir? – miré a Dyl y él apuntó la montaña rusa.

—¿No está muy grande para ti? – dijo Lea y él negó con la cabeza mientras reía un poco.

—No. – musitó Dyl y finalmente, corrió hacia la enorme fila.

—Es muy maduro a sus dieciséis años. – sonreí y caminé hacia él, pero la mano de Lea en mi brazo me detuvo, por lo que la miré.

—Sé que algo malo te sucede.

—Nada me sucede, Lea. – mentí.

No puedo decirle las cosas o quedaría como loca, tan loca que podrían internarme en aquel manicomio, lo que realmente no quiero.

—Autumn...

—No quiero hablar de eso... solo quiero distraerme y disfrutar este día...

—Está bien. – dijo y me soltó, para luego ir junto a mí hacia la fila, en la cual nos espera con ansias mi hermano.

Después de unos diez minutos tan eternos, por fin pudimos subirnos a esos carritos de tres personas, Dylan en medio de las dos, lo que lo dejó más tranquilo, al ser su primera montaña rusa, estaría protegido por nosotras, por mí.

La gente comenzó a subir hasta quedar completamente lleno, para que así ponernos los cinturones de seguridad y todo lo necesario para no salir volando.

Me hice una coleta y en eso, los carritos comenzaron a moverse lentamente hacia adelante.

Por suerte al inicio, íbamos hacia arriba, por lo que me agarré fuertemente del tubo que nos protegía a los tres.

Miré hacia mi costado, justo abajo en donde se encuentra más gente en la fila y pude ver a Mason, el chico del manicomio, el chico que tiene un problema mental.

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora