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ACTUALIDAD

—Autumn, debes conseguir trabajo. – dijo la rubia de mi mejor amiga, mientras leía el periódico.

—Lo sé, Lea. – suspiré, con algo de cansancio. – Debo pagar los estudios de Dylan. – le di un sorbo a mi chocolate caliente.

Justo ahora, el clima comenzaba a ser tan magnífico, el frío se encontraba presente y eso me encantaba tanto.

Los meses habían pasado tan rápido que nos encontrábamos a mediados del mes de diciembre, lo que me fascinaba.

—Autumn. – dijo mi amiga y la miré. – Deberías buscar ayuda con tu hermano, no siempre podrás pagarle todo. – bajó su periódico y lo dejó sobre la mesa. – La universidad llegará en cuanto menos te lo esperes.

—Aún le faltan dos años. – suspiré, mientras dejaba el periódico encima de la mesa.

—Esos dos años pasarán tan rápido y lo sabes. – hizo una mueca y bajó la mirada hacia el periódico. – Te ayudaría, pero ya sabes, mis papás...

—No estás obligada a ayudarme. – sonreí de lado. – Yo trataré de ayudar a mi hermano y al encontrar trabajo, lo dejaré con la vecina. – me encogí de hombros. – Ellos se llevan tan bien que no habrá problema alguno.

—Autumn. – dijo ella mirando el periódico, por lo que miré hacia lo que le llamaba la atención. – ¿Y si trabajas como vigilante en este manicomio? – dijo con sarcasmo, señalando el anuncio de un nuevo puesto de trabajo.

—Claro, me volveré loca. – reí, mientras rodaba los ojos. – Anda, vamos a clases.

Ella asintió mientras reía un poco y salimos de la cafetería que nos encantaba tanto.

Caminamos por las calles, riendo y platicando sobre lo increíble que sería nuestra vida al terminar nuestra carrera y trabajar en lo que más nos gustaba, la psicología.

Ambas estudiamos en el mismo campus, en la misma carrera, de hecho, ahí nos conocimos y desde el inicio, hemos sido inseparables.

Ambas nos complementamos tan bien que nada podría separarnos por nada del mundo.

Y, sobre todo, ahora teniendo el mismo futuro.

Al entrar al campus pudimos ver el gran letrero que tenía escrito "Psicología" en él, dando a entender que habíamos llegado a nuestro destino.

Los alumnos se encontraban dispersados en toda la facultad, algunos con prisa y otros tan despreocupados por las obligaciones, como si no tuviesen algún pendiente.

Pero así es la vida.

Al caminar entre el campus pudimos ver a una señora vestida completamente de blanco, de hecho, la señora ya estaba grande, se notaba.

—Hola, niñas. – sonrió la señora de unos... 70 años, quizá. – Ofrecemos trabajo en el instituto Echo, el manicomio que se encuentra a las afueras de la ciudad. – me entregó un volante. – Estaremos a partir de las 5:00 pm, esperándolas. – dijo mientras me miraba y me sonreía tan enormemente.

Al alejarse, no pude dejar de verla mientras ella se alejaba y de vez en cuando volteaba para volverme a sonreír tan tenebrosamente.

Hasta que la voz de mi mejor amiga me interrumpió.

—Bueno, eso fue... extraño. – dijo Lea. – ¿Viste su ropa y sus dientes?, pareciera que... hubiese estado encerrada por mucho tiempo, o algo así.

No presté mucha atención a lo que me dijo, ya que el volante captó mi atención, sobre todo lo extraño que comenzaba a ser mi vida.

Pareciera que el destino me llamaba y me hacía querer entrar a ese manicomio, del cual todos hablaban siempre, era el centro de atención de toda la gente.

[COMPLETA] ✓ECHO - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora