el fuego es traicionero, ilumina tu camino a la vez que te quema.
•jasper hale x oc
•empezada: 09/02/2020
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El roce de los dedos de Jasper trazando líneas imaginarias las cuales unían algunas pecas en su espalda relajaban a Mónica que se hallaba recostada sobre el chico en su cama cuyo cabezal había sido reducido a pedazos media hora antes.
Los dedos del rubio se toparon con el tatuaje en su espalda, su gélido tacto la erizó al momento en el que comenzó a trazar la tinta negra sobre su fina piel.
—¿Es el tatuaje de la manada?—cuestionó el vampiro en un susurro.
—De mi manada, sí.—ella mordió su labio al notar como Jasper frenaba en seco su mano.
—¿"Mi"?
—Sabías que esto pasaría tarde o temprano, y cuando te fuiste...el proceso formal aceleró.—Mónica se reincorporó agarrando la manta sobre su pecho.
—No entiendes la magnitud de tus actos.
—Créeme lo entiendo, y en estos he protegido tu inmortal trasero, mientras estés conmigo no pueden tocarte. Cosas de...-
—Déjame adivinar, ¿perros?
—Lobos, y te recuerdo que ellos fueron los que estuvieron para mí.
Buscando qué decir el rubio apartó la mirada analizando las arrugas en las sábanas verdes.
—Nunca quise que esto pasará.—susurró Jasper, sin embargo sus palabras fueron audibles para los oídos de la pelirroja.
—Ya, pero pasó y por eso ahora tenemos que intentar lidiar con ello.—Mónica dejo caer uno de sus brazos para juntar sus manos sobre la sábana.
Jasper llevó sus manos hasta sus labios para poder besar el pecoso dorso de la chica en un gesto elegante que les sonsacó una sonrisa.
—Sí, también deberíamos lidiar con esto.—él señaló los restos del cabezal de la cama con su mentón.
—Oh, mierda, mi tía estará por llegar.
La expresión en la cara de Mónica se transformó desde preocupación a complicidad.
—Puede que tenga una idea.—el rubio vio como su novia se abotonaba rápidamente la camisa del chico sobre su descubierto cuerpo antes de levantarse de la cama.
—No es nada que ya no haya visto.—Mónica le dirigió una rápida mirada que trataba de ser intimidante, solo que esta causó la risa en el vampiro que dejo caer su cabeza sobre la almohada esparciendo sus ondas rubias por esta.
Centrando su mirada en una de las plantas de su habitación, ella frunció el ceño intentando despejar su mente y visualizar cómo las pequeñas raíces crecían alargándose y trenzándose al rededor del hueco que aquel trozo había dejado.
