38. Regaliz

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Scorpius despertó en su habitación, no le había quedado de otra ya que Albus no quiso que se quedara con él en su casa, y James le dijo que no era correcto que pasara la noche en su apartamento, aun así, lo primero que vio al abrir los ojos y despabilarse, fue la hermosa lechuza de color negro de James, observándolo con atención, como si el ave tampoco comprendiera qué le veía su dueño.

Tomó la nota, la letra de James era uniforme, pero no era cursiva como la de él, así que leyó fácilmente, Alex los había invitado al parque, así que se verían ahí en una hora, y quería confirmación, así que escribió en su mejor letra un "Estaré ahí, tan pronto como pueda, te amo".

Entró a la ducha, se vistió y arregló lo más pronto posible, saludó a su padre y lo besó en la mejilla, estaba de tan buen humor, que Draco Malfoy simplemente sonrió y le pidió que saludara a James de su parte.

Usó la red flu, no podía esperar por cumplir los 17 y poder aparecerse en donde quisiera, a mala hora no se le había ocurrido pedirle a un elfo que lo llevara al lugar, pero no le prestó mucha atención.

Avanzó tranquilamente, buscando a James en el lugar donde se habían quedado de ver, pero no lo vio, tampoco a Alex, así que gruñó, esperó cinco minutos, hasta que un grupo de niños le llamó la atención, tenían la vista fija en la copa de un árbol a un par de metros, así que se acercó, para ver si podía ayudar.

—Ya lo alcanzó –soltó el niño.

Scorpius levantó la vista una vez más, negó con una sonrisa al ver a su novio trepado en un árbol, tratando de alcanzar a un bendito gato, sabía que no podía hacer magia, por eso estaba batallando para que el gato se dejara agarrar.

—Solo quiero ayudarte –murmuró en un tono tranquilo, y se subió a otra rama, sin dificultad –ven, vayamos con tu dueño.

El gato blanco de manchas cafés lo observó, tenía las pupilas completamente dilatadas y la cola esponjada, Scorpius no sabía mucho de gatos, pero suponía que aquello no era una buena señal, y más porque bufó cuando estiró la mano para tocarlo.

—Sé que no sabes cómo bajar, así que, si me dejas bajarte, te prometo no volver a molestarte ¿qué dices?

Estiró la mano, sus dedos quedaron a un escaso centímetro de distancia del hocico del gato, Scorpius pensó que estaba meditando si morderlo o dejarse auxiliar, y cuando volvió a prestar atención, vio a su novio cayendo del árbol.

—James –soltó preocupado, aventando a los niños para acercarse a él.

—Estoy bien –le sonrió, se puso de pie y tomó al gato para dárselo a uno de los niños –no quiere mucha atención, así que no deberías molestarlo o te morderá –informó.

El gato bufó cuando el niño le acarició la cabeza, y se fue corriendo seguido de los demás niños, sin agradecerle al chico por la ayuda.

—Ahora ayudas a gatos indefensos a bajarse de los árboles.

—Era yo o uno de ellos, y podían caerse –contestó.

—También tú pudiste caerte –informó Scorpius.

—Soy un auror, he hecho cosas más peligrosas que esa, no te preocupes.

—Siempre me voy a preocupar por ti –soltó Scorpius, y lo siguió cuando su novio avanzó hasta la banca donde había puesto sus cosas.

El castaño se giró hasta su novio, sacó algo de su abrigo y lo estiró para que las tomara, las cejas rubias se fruncieron al no comprender del todo, eran solo dos flores, una distinta de la otra, una de un rosa intenso y la otra blanca, no eran las flores más bonitas que Scorpius hubiese visto, pero sonrió.

Love Too Much || JamiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora