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Lee Margarie hizo prometer a su hermano que iba a cuidar a Dong Hyuck.

Aunque Haechan nunca supo porqué, la verdad era que la mayor de los Lee no soportaba los matones, ella misma, en sus tiempos de estudiante, era la encargada de defender a los que no lo hacían por sí mismos.

Pero ella ya había terminado el colegio, y no podía defenderlo, así que confiaba en que a su hermano dejara de importarle una mierda todo si al menos iba a la escuela para cuidar de él.

Por más que una parte de Haechan estaba ofendido, porque él no quería ningún guardaespaldas, una parte de él sabía que no le haría mal.

Y la idea de que Mark Lee lo cuidara le gustaba.

Al día siguiente Mark se había sentado en el banco junto al suyo, mandando a la mierda a la chica que reclamó su lugar.

Haechan se había ganado miradas de odio por parte de las chicas y sus amigas, pero Mark dijo que si él no podía decirles nada, él lo haría.

Eso le había causado gracia y había soltado una risa muda, no puedo evitar ruborizarse cuando vio a Mark sonreír por aquello.

Se preguntó si lo hacía porque su risa sin ruido era muy ridícula, si él mismo era ridículo.

Esos pensamientos, lo había hecho bajar la cabeza, avergonzado, y Mark se había dado cuenta de su cambio.

—¿Qué pasa, Dong Hyuck?— preguntó con amabilidad, doblándose para mirar a Haechan al  rostro, que tenía agachado.

El chico negó, aunque sus manos se movieron en un gesto que Mark no puedo entender.

Mark suspiró un poco, no sabía nada de Dong Hyuck, pero parecía que él no se había acostumbrado a no usar el lenguaje de señas.

Lee tomó su cuaderno de notas y una lapicera, dejándolo caer sobre el banco de Haechan, haciéndolo que el chico mirara con sorpresa.

—Dí lo que quieras— dijo, señalando el cuaderno.

Haechan tomó la lapicera con duda, escribiendo lentamente y con vergüenza, luego le alcanzó el cuaderno a Mark.

"¿Soy ridículo?" Preguntaba en la hoja.

Mark frunció el ceño, mirando las palabras, luego alzando para ver a Haechan, quien volvía a mirar hacia abajo, pero notó el brillo de sus lágrimas.

Enojado, Mark arrancó la hoja del cuaderno, rompiendola en muchos papelitos, haciendo que Haechan lo mirara.

Juntando la hoja rota en su puño, apretando con fuerza, Mark se inclinó hacia Haechan, mirando directamente sus ojos.

—No tienes nada de ridículo, Dong Hyuck.

Mute - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora