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Cierto día, Haechan se había lastimado en las prácticas de baile.

Se había doblado el tobillo, al pisar mal, y apenas fracturado, una fisura, cómo había dicho él médico, la muñeca, al caer todo su peso sobre esta.

Le dolía tanto que las lágrimas le picaban los ojos, aunque resistió a llorar, y no fue hasta que Mark llegó con él que se escondió en su pecho para que nadie lo viera.

Mark se había asustado bastante cuando había recibido elensaje de su novio de si podía ir a la sala de baile, si más información que esa.

Incluso cuando la señora Lee llegó para llevarse a su hijo, Mark no se separó de él, y la mujer tuvo que firmar para retirar a los dos.

En el camino al hospital, con Haechan teniendo su muñeca descansando sobre un pañuelo, atado a su cuello, el chico ya había dejado de llorar y se empeñana en mantener la vista baja, apoyando si cabeza en el hombro de Mark.

—No sigas mal— pidió el rubio, acariciando su pelo y mejilla, alzando el rostro del chico para mirarlo.

Haechan negó, volviendo a acomodarse.

—Haechannie— lo llamó, aunque el mudo lo ignoró—. Te conozco, algo te pasa, ¿En qué piensas?

Haechan tardó un momento en negar de nuevo.

Mark se ahorró un suspiro, tomó a Haechan por sus mejillas, volviendo a alzar su rostro.

—Dime— habló con suavidad.

Haechan suspiró. Con su mano libre se señaló a si mismo, y luego junto todos sus dedos, y tocó su mejilla con la punta de estos.

—¡Haehae!— su madre se enojó un poco, viendo los gestos por el espejo.

—¿Qué significa?— preguntó Mark.

La señora Lee suspiró.

—Dijo “Soy tonto”.

Mark lo miró con el ceño fruncido, vió el mohín en los labios de Haechan, el mudo volvía a tener la vista baja.

—Haechan, no eres tonto— habló el rubio con suavidad—. ¿Por qué serías tonto? ¿Por caerte? Es algo que le pasa a cualquiera.

Haechan sacó su cuaderno.

“Soy tonto porque no sé coordinar. Me caí por bailar mal”.

—No bailas mal— dijo Mark, automáticamente, negando con su cabeza para enfatizar—. Haechan, eres el mejor bailarín que he visto.

“Tú no ves bailar a nadie más que a mí”.

—No voy a perder el tiempo viendo bailar a otros cuando puedo ver al mejor bailarín del mundo— replicó Mark, mirándolo directamente.

Haechan bajó su cuaderno, sin nada que decir, sus mejillas se tiñeron de rojo, y Mark dejó un sonoro beso en ambas, haciendo que la señora Lee riera.

Mute - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora