Escalera al cielo

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Caigo por las escaleras.
El sonido es como una pelota que cae.
Rebota en cada escalón.
Me fracturo los huesos de la cadera,
las costillas revientan,
mi brazo se hace añicos,
me quiebro la columna,
las piernas se tuercen.

Mientras desciendo desparramo sangre
que sale de mi nariz al impactar de cara
con el borde de un escalón.
Tiño de rojo por donde golpeo,
fracturas externas de frágiles huesos,
las astillas de mi muñeca
decoran el trayecto.
La sangre como jugo de tomate procesado.
Mis sesos cuelgan de la barandilla
que no alcancé a agarrar.

Moretones que se multiplican allí
donde la piel no se corta.
Mis dientes cortaron mi lengua,
si la escupí o la tragué eso ya no importa.
Explota dentro de mi boca los colmillos
y las muelas del juicio se disparan
fuera de mi pico.
Los labios; hinchados y partidos,
¿quien los besa ahora?
Mi corazón atravesado por una flecha
con forma de hueso.

Y sigo cayendo.

Me dijeron que la autoestima me salvaría,
que el ego sería mi compañía,
pero ahora me pregunto:
¿quien me salva de esta caída?
No hay quien me detenga,
cayendo por la trampa
de mi propia vida.
Desarmándome en cada escalón.
Perdiéndome de poco en poco.
Que alta es la caída del ego.
Y que larga la monotonía.
...

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